Lunes 13 de Agosto de 2018 |
Cursos van y vienen de política pública, pues ello eleva su debate académico, y también se fortalecen las capacidades institucionales de los agentes del gobierno en turno. Y no obstante que algunos investigadores del CIDE?especialistas profundos en el tema? afirman que en México no se gobierna con políticas públicas, en lo cual creo no les falta razón, en paralelo se ha desarrollado un complejo sistema de evaluación para medir la efectividad de las políticas públicas, ello al extremo de existir todo un aparato de consultoría externa, es decir, un oficio de evaluador y asociaciones profesionales al respecto; todo eso para poder cumplir en tiempo y forma con los principios de transparencia y rendición de cuentas, al grado que la auto-evaluación que se realiza sólo es aceptada como ejercicio previo a la externa que es la que califica. El caso es que se evalúan políticas públicas sin que se gobierne con políticas públicas. Un poco enredado, ¿verdad? En su conferencia magistral, el excelente Mauricio Merino ?prominente politólogo del CIDE, muy reconocido por sus aportaciones a la teoría de la transición democrática en México desde fines del siglo anterior? con su estilo griego dio algunas claves: 1. Si al genocida alemán Adolf Eichmann se le evaluara hoy rigurosamente con las metodologías de evaluación en boga, en la instrucción para exterminar judíos con el mayor rendimiento y el menor gasto posible se podría afirmar que sacaría diez como resultado de la evaluación. Sería ejemplo superior al ISO 9000.De lo que se desprende que los dictadores y secuaces hacen política discrecional de la cosa pública, porque para ellos es legítima su apropiación ganada a la fuerza. En cambio, las políticas públicas son de y para los sistemas democráticos. 2. El doctor Merino nos advierte sobre entronizar el método de la eficacia y eficiencia sin repararen el trasfondo social del objetivo, o sea, en la filosofía política que lo reboza de un rol instrumental. Así, por ejemplo, intentar hacer de la acción gubernativa, no la búsqueda del mejor logro social, sino la obtención del máximo efecto mediático servirá quizá para forjarse una imagen de popularidad transitoria, pero eso no abona nada en el diseño de una agenda de gobierno. Según Popper, dichas acciones serían más bien propias de una no agenda. 3. La eficiencia, eficacia y economía en los resultados no se miden igual en el mercado que en el quehacer del gobierno, cuyo arte de gobernar es minimizar el dolor social. Esta tesis preciosa que el doctor Mauricio Merino nos ha expuesto en el auditorio del Museo del Barroco, hace poco menos de un mes, se desprende del análisis del espacio público que escribe Hannah Arendt en su libro La condición humana; pero da gusto saber que también se encuentra desenvuelta por Karl Popper, célebre autor de La sociedad abierta y sus enemigos. Quienes estudian políticas públicas ?fieles a las enseñanzas magistrales de Luis Aguilar Villanueva? no pueden encontrar otro origen de ellas que la ciencia de gobernar de los norteamericanos, sobre todo a partir de la Guerra Fría, porque efectivamente ahí "el gobierno es lo que hace, no lo que dice hacer, máxime cuando se está bajo escrutinio ciudadano". Todo eso vale. Sin embargo, Popper daba su argumento dentro del debate para reconstruir Europa hacia 1946: minimizar el dolor social (empezando con la miseria e ignorancia) debe ser el punto central de la agenda de política pública construida bajo el consenso entre liberales y socialistas. Un frente común reformador, ¿no es cierto? |