La responsabilidad

  • URL copiada al portapapeles

Eduardo GÓMEZ GÓMEZ


Agosto 13, 2018

En algunas ocasiones, habrás notado que una persona no reconoce cuando se le señala que no ha actuado con responsabilidad sobre algo. Tal vez dirá que fue alguien más, que fueron las circunstancias, que fue un accidente o una equivocación. Los factores o causas que esa persona señale pueden ser variados, pero no "ve" su papel como causa al respecto: no se "ve" responsable.

Hay una brecha entre "tener" una responsabilidad y "ser" responsable. Este punto lo hemos mencionado en artículos anteriores, por ejemplo, en el caso de un gerente o director que "tiene" asignado el cargo, pero en realidad no es gerente o director, es decir, no dirige. "Tiene" asignado el puesto, pero no es responsable de su puesto: no tiene la habilidad o capacidad de responder eficazmente por su puesto.

El mismo caso se puede ver en cualquier ámbito de una organización. Cada persona puede decidir ser o no ser responsable sobre una cuestión dada. También de manera ficticia puede decir a otros y decirse a sí misma que "tiene que ser" responsable. Esto es una ficción porque no es que en realidad sea responsable, sino que actúa como obligada, forzada, por compulsión a hacer algo que de manera consciente y deliberada no haría, sino que lo hace porque "tiene que" hacerlo.

En la base de cualquier proceso organizativo está la responsabilidad, la capacidad de una persona para dar respuesta por algo, para causar algo, para determinar deliberadamente una dirección o un resultado específico. Cada actividad que hace una persona en el hogar, para su propia recreación y en su convivencia social implica organización. Ocurre lo mismo con cada puesto de trabajo, requiere organización.

Cuanto más organizada sea una persona tanto más propensa será a ser responsable de los resultados que genera en el ámbito de su actuación, y conforme a su grado de competencia o capacidad para dar el resultado que se comprometió a generar.

Cada que observes que una persona no está dando resultados, probablemente identificarás de inmediato que su nivel de responsabilidad es bajo o nulo. La capacidad de una persona para dar resultados está determinada en buena medida por su capacidad de dar respuestas adecuadas a la situación que enfrenta, es decir, por un grado de responsabilidad determinado.

Vale decir que hay un error implícito en pretender que una persona con baja o nula responsabilidad reconozca que es "irresponsable". Las personas con baja o nula responsabilidad justifican tal situación señalando a otros o a las circunstancias de los resultados negativos que generan. Consideran que su falta de capacidad para generar resultados no se llama incompetencia. Se autocomplacen pidiendo que otros den los resultados que les corresponde a ellos, los acusan, les estigmatizan y no reconocen los resultados de los demás (y si los reconocen sólo es para decir que esperan más o para minimizarlos). Esta condición de baja o nula responsabilidad puede ser aún más perversa, pero ya es evidente que es un riesgo inmenso cuando personas de este tipo son colocadas en puestos de gerencia o dirección.

Pese a esta condición, termina siendo irresponsable decirle a una persona irresponsable que lo es, pues una persona con baja o nula responsabilidad difícilmente modificará su actitud si no reconoce que es incompetente en el tema en el que registra tal deficiencia de responsabilidad. Por cierto, la persona puede tener un buen nivel de responsabilidad en otros temas, pero esto no se extiende en automático a cualquier ámbito de su vida. Por ejemplo, una persona puede ser responsablemente creativa y un desastre catastrófico para materializar las ideas que creó. Por tanto, no hay un nivel de responsabilidad absoluto para cada persona en cuanto a todos los ámbitos de su vida.

Esto nos lleva al Principio de Peter, que describe la consideración de que cada persona es ascendida hasta su nivel de incompetencia. Y de ello hablaremos en la siguiente entrega…

[email protected]

  • URL copiada al portapapeles