Miércoles 15 de Agosto de 2018 |
Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto. George C. Lichtenberg A casi mes y medio de haberse realizado la elección del 1 de julio, es fundamental analizar el papel que jugarán los partidos políticos tradicionales en el sistema político mexicano porque los que habíamos conocido en el país hasta ese día, tras veinticinco años de un sistema de partidos relativamente democrático, ya no existe. La debacle de esa composición estructural de la totalidad de los partidos políticos en el Estado Mexicano, a partir del conjunto de elementos que la integran, se debe revisar en función de la crisis de representatividad por la que atraviesan las diversas fuerzas políticas, las alternancias políticas insuficientes que representaron gobiernos ineficientes, tanto del Partido Revolucionario Institucional (PRI), como del Partido Acción Nacional (PAN), una oposición débil y escasa de capacidad para ejercer su función en un régimen democrático, y por supuesto, el enorme hartazgo social, que en buena medida apoyó con más del 50 por ciento de su voto (unos 30 millones aproximadamente), a Andrés Manuel López Obrador, Presidente Electo de México, quien llegará al poder como primer mandatario de izquierda. De acuerdo con Dieter Nohlen, el cambio en el sistema de partidos se caracteriza por la alteración que sufre:
En un contexto democrático, el número de partidos permite reconocer si el poder político está fragmentado, disperso o concentrado; lo cual implica también hacer un balance de las elecciones para medir la fuerza electoral de cada partido político en la coyuntura política actual. Analizando diversos factores internos y externos, que puedan determinar cómo llegaron varios de ellos a históricas derrotas, a la pérdida de confianza y de respeto de la ciudadanía, que ya no le dio a los partidos políticos tradicionales su voto. En este sentido, sería deseable que hubiera un honesto y abierto reconocimiento de las fallas de cada partido para llegar al punto de coaliciones con proyectos políticos antagónicos, una campaña de voto diferenciado que surge cuando prácticamente ya estaba lejos de ser posible la victoria en la Presidencia de la República, así como la creciente pérdida de militancia, lealtad y disciplina en cada uno de ellos. Es lamentable la situación que viven hoy diversos partidos políticos en México, no solo por el poder que no lograron, que tiene al menos a dos al borde de la extinción, sino por la profunda crisis interna en que están sumidos y no los deja pensar con racionalidad y objetividad de cara a la renovación de la dirigencia nacional partidista. Menos aún, en la tan necesaria autocrítica para reconocer qué se agotó con los comicios de julio pasado y por qué no hay cohesión interna para enfrentar el actual desafío: ser una opción de gobierno competitiva y democrática. Urge una reflexión retrospectiva y prospectiva de los resultados electorales yel nuevo sistema de partidos políticos al que dieron origen, ya que parece que hay políticos que no se han dado cuenta que Morena, paralelamente al fenómeno que provocó la figura de AMLO, arrasó el voto corporativo, a quien vendió su voto por un colchón, generando así una revolución política, en palabras de Paco Ignacio Taibo II. Desde esta perspectiva, la actitud frente a la realidad no debería ser de soberbia y de poca consciencia de lo que se ha perdido al día de hoy, por lo que es imprescindible que haya un reacomodo de las élites, es simplemente inevitable. Lo que viene es un cambio en el sistema de partidos, al transitar de uno hegemónico hacia uno multipartidista moderado, en el que cohabitan en el espacio público más de seis fuerzas políticas nacionales que compiten por el poder. Este cambio, aunado a una revisión del sistema electoral y transformaciones en el sistema de gobierno implicarán un cambio en el sistema político mexicano, traducido en un cambio de régimen político por la existencia de un nuevo partido político dominante (Morena). Podemos esperar un funcionamiento nuevo en las instituciones porque habrá nuevos titulares, valores y normas, sin que sepamos con certeza cómo se comportará ya en el poder el partido nuevo (Morena), que arriba con un nivel de preferencia elevado y competitivo con respecto a las principales fuerzas políticas que le precedieron. Será un actor principal en un momento de cambio político histórico, tomando en cuenta que consolidar instituciones en un régimen democrático sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro país, más allá de las personas. *Profesor de Tiempo Completo del Tecnológico de Monterrey @floresm_mx / info@reconstruyendociudadania.org |