La fe sin obras es estéril

Con el retiro nació un lazo profundo de amor, comprensión, y respeto; tanto que nos seguimos reuniendo para comer

Silvia Zehenny

Después de dos años de habernos conocido en el retiro, Vero, Laura, Conchita y yo seguimos siendo muy buenas amigas. Con el retiro nació un lazo profundo de amor, comprensión, y respeto; tanto que nos seguimos reuniendo para comer.

Pasó el tiempo y un día nos invitaron, a Vero y a mí, a conocer el albergue. Yo no sabía qué esperar, iba a la expectativa y sobretodo, pensaba en qué haría si veía a los niños, ya que soy muy sensible.

PeroUna Nueva Esperanza es un lugar de paz; realmente se respira y se percibe la presencia de Dios y la Virgen en él. Entrar en el albergue te da un sentido de fortaleza y amor hacia esos seres que luchan todos los días por salir adelante, verdaderos guerreros que, aparte de todo, nos dan lecciones de vida y fe.

Conchita y Laura nos llevaron a recorrer cada rincón del albergue. Nos enseñaron el laboratorio para desarrollar nuevas técnicas de investigación para combatir el cáncer, construido con la ayuda de la UPAEP y otros investigadores. Fuimos también a la escuelita, a la sala de quimioterapia y allí conocimos a Mari Carmen, la doctora del albergue, y a Jaime, el enfermero.

Pasamos al ropero y acopio, donde se selecciona la ropa para los niños que se quedan en el albergue y que se les da una vez por semana. La ropa que no se va para los niños, es mandada a la tiendita de UNE que está muy bien puesta y aporta mucho al albergue.

Nos llevaron a la cocina y al comedor, donde Pame (la encargada de la cocina) y la nutrióloga ven lo de las comidas para los niños.

Por último, la capilla, perfectamente bien puesta y donde una vez al mes hay misa y Jesús está presente todo el tiempo.

Me enamoré del lugar y de todo lo que ahí se hace. Dos años más tarde aquí me encuentro siendo voluntaria de este increíble lugar, con gente extraordinaria como son todas y cada una de las voluntarias, el staff, y ni se diga de Francisco, Laura y toda su familia.

Yo soy Silvia Zehenny y tengo a mi cargo preparar a los niños para su primera comunión y confirmación, que se hace cada 12 de octubre, día de la Virgen del Pilar, a quien está consagrado el albergue. Tenemos siempre la presencia de Don Víctor Sánchez, arzobispo de Puebla, quien está muy comprometido con el albergue.

La fe sin obras es estéril porque no da frutos. Sin embargo, en el albergue nuestra fe en verdad cobra sentido, ya que las voluntarias nos entregamos día a día al cuidado de éstos niños que luchan constantemente por su vida, lo cual es una gran obra de misericordia.

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