Camilo Estrada Luviano*

El día 1 de julio de 2018 los electores en este nuestro México votaron por el cambio, ya que la economía estaba sin crecimiento real, lo que se traducía, entre otras cosas, en falta de empleos bien remunerados y galopante crecimiento de la delincuencia. Los salarios por debajo de lo que marca la Constitución y en general la desesperanza de poder vivir con las condiciones mínimas de subsistencia llevaba a los ciudadanos o bien a la delincuencia o a tener que emigrar.La migración se hace tanto internamente como al exterior, pero como tal avalancha de demandantes de empleo -los emigrantes- causa problemas en los Estados Unidos, éste -con la razón de resolver sus propios problemas- cierra sus fronteras. Así la emigración tenía que hacerse hacia otros lugares en nuestro propio país, lo que producía que los "migrantes internos" se encontraran también con las mismas condiciones de las que habían salido y en ocasiones estas condiciones eran peores, pues tenían que iniciar desde cero. Ésta era la situación de los que no tenían más que su capacidad de trabajar para poder venderla y así sobrevivir.

La situación no era mejor para los que sí tenían algo, pero no tanto, y podían emprender alguna actividad económica que no fuera sólo ser asalariados, porque ellos se encontraban con muchos problemas, de variados tipos, generados por la galopante corrupción tanto del gobierno directamente como de otros empresarios, lo que originaba que solamente unos pocos, los grandes capitalistas y los cobijados por ellos, eran los que tenían posibilidades de "salir adelante".

Ante este hecho se necesitaba con urgencia que esta situación cambiara y esto unificó muchos muy variados intereses que confluyeron para logar este objetivo; toda esta gente se unificó en torno de la figura política de Andrés Manuel López Obrador. Claro, que los seguidores de AMLO no sólo fueron quienes directamente eran afectados por las condiciones materiales, económicas, imperantes, sino que también se sumaron actores políticos, aquellos que manejaban conceptos teóricos, conceptos que trascendían la cotidianidad, conceptos que hablaban no solamente del individuo -valga la cacofonía- individual, sino también del individuo colectivo, del país y de la patria, así como del mundo en que estamos, cuidando no caer en la confrontación con otros que no fueran directamente de la "mafia en el poder" . Son estos los grandes promotores de Morena.

De estos actores políticos, una parte son los que francamente no se sumaron a la propuesta de Morena y otros que son los "que apoyan críticamente", "los que apoyan, pero no incondicionalmente, los que siempre dirán lo que está mal", estos son -tanto los que están con Morena como lo que no- los que llaman "la clase política" que no son ninguna clase, sino una caterva de individuos que o bien opinan sin que nadie les haga caso, o los que francamente sólo buscan acomodarse en la nueva situación, bien sea en contra de Morena o dentro de ella.

Y señalamos sólo dos posiciones: o bien con Morena o en contra de ella, porque el tomar la actitud de "siempre señalar lo que está mal" es estar en contra del cambio que proclama Morena que se llevará a cabo, y decimos que es estar en contra del cambio que se necesita, porque en la confluencia de tantos y variados fines que precisan y exigen un cambio no puede decirse que hay unidad y sin ésta el cambio puede no ser uno, sino diferentes para cada uno de los intereses que se encuentran formando Morena.

Todos coinciden en que es urgente realizar un cambio, pero tal o cual cosa es un cambio, pero -a la vez-son diferente cambios y, poresta razón, esta contradicción está en Morena y, por esto mismo, será en Morena donde surgirán las grandes contradicciones y serán "morenos", junto con los opuestos desde el principio al cambio, los más encarnizados opositores a éste.

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