Una cara distinta a la conocida

Puebla, como estado y subrayadamente como ciudad, precisa dejar atrás de manera urgente el problema más grave que aqueja a ciudadanos

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Puebla, como estado y subrayadamente como ciudad, precisa dejar atrás de manera urgente el problema más grave que aqueja a ciudadanos y preocupa a gobiernos: la pobreza.

Un mandato de la Constitución Política Mexicana es que el Estado esta? obligado a garantizar los derechos sociales elementales a toda la población. Es a través de la Ley General de Desarrollo Social que se establecen principios de la política en el ramo, los derechos y las prioridades del gasto. Es deber de los gobiernos locales crear condiciones para que la población se incorpore a las actividades productivas y a los mercados laborales, que comiencen a detonar círculos virtuosos entre una mayor capacitación, mayores ingresos y, por supuesto, superación del círculo de la pobreza intergeneracional. Puebla lo necesita y lo vale.

Es lacerante atestiguar cómo padecen diferentes sectores de la población este problema, que? ocurre en el medio rural y el urbano y cómo se encuentra la población indígena que habita en territorio poblano. Estas comparaciones permiten tener claridad sobre el modo en el que viven los poblanos que sufren carencia de los satisfactores de sus necesidades más básicas.

En este sentido, de acuerdo con los indicadores de pobreza extrema establecidos por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), Puebla es uno de los cuatro estados del país (los otros son Chiapas, México y Veracruz) que en conjunto concentran el 38 por ciento del total de pobres del país y sumados a la Ciudad de México, Guanajuato, Guerrero, Jalisco, Michoacán y Oaxaca aportan el 61.1 por ciento del total nacional de pobres, es decir, personas que se encuentran en situación de rezago educativo, sin acceso a los servicios de salud ni a la seguridad social, con baja calidad de vivienda, sin acceso a los servicios básicos y destacadamente sin acceso a una alimentación suficiente.

Si nos ubicamos estrictamente en lo que este fenómeno afecta al municipio capital, la situación se agrava al tener el deshonroso segundo lugar nacional en concentración de pobreza urbana. Nos merecemos esto?

Es cierto que los recursos para el combate a la pobreza están centralizados en el presupuesto federal y que llegan a los municipios con muchos candados para ejercerlos. Es cierto también que a los gobiernos estatales les toca ejercer una pequeña parte de esos recursos, pero tienen margen para integrar políticas públicas que se traduzcan en la canalización de recursos presupuestales a programas sociales de alto impacto.

Es indispensable vincular el problema de la pobreza y de la política social a las estrategias económicas y productivas de las regiones para potenciar las posibilidades de sus habitantes, por pobres que sean. El PNUD señala que "se necesita una nueva generación de programas contra la pobreza que centren su atención en un crecimiento que beneficie más a los pobres".

En la puerta de entrada a un nuevo gobierno tanto municipal como estatal y federal, en estas líneas se encontrarán vías de análisis pero por igual de señalamiento ante la enorme injusticia de tener una Puebla que esconde el rostro..., otra Puebla distinta a la que nos cuentan que existe.

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