Jueves 23 de Agosto de 2018

No es necesario ahondar en lo experimental para apreciar la reinvención de un músico. Suenan los primeros acordes de "Ajedrez", la rola con la que Iván García abre su disco Sal Paraíso, y los ritmos norteños nos exigen una voz que irrumpa con el acordeón. Y así ocurre. Es Iván quien lo hace. No sólo su timbre es inconfundible sino su lírica: "entre tanta excitación uno se puede follar un muerto". La oscuridad de sus otros discos está presente aquí.

El paraíso dura lo que dura un cigarrillo

Ya en una entrevista, el líder de Los Yonkis había anunciado que Sal Paraíso exploraría en terrenos a los que poco se había acercado en producciones anteriores. Y es que si en Frik (2014) aparecen piezas cercanas al Rockabilly o al Surf, lo que escuchamos en este disco está muy cercano al Folk, lo que demuestra que García no tiene miedo a perderse. De no ser así, no se atrevería a hacer un huapango con ukulele.

Lo mismo nos hace cantar el estribillo de una canción melancólica que nos lleva a formar parte del coro de un réquiem por México: "porque en las calles las balas son un aguacero, los niños se esconden temblando de miedo […] Vamos todos, subamos al cielo, vamos todos, cantemos sin miedo". Se trata de una denuncia que no se hace a gritos, es sutil, una denuncia que está abanderada por la poesía.

 

¿A qué he venido si no es a cantar al hermano caído?

El sonido sentencioso de un piano se hace presente en Sal Paraíso de Iván García. Las letras están escritas en la línea poética a la que nos tiene acostumbrados el autor de "La cita" y "Porque tengo derecho a suicidarme", sin embargo, en esta producción, Iván, desarrolló su voz equilibrando temas sociales con individuales.

Este disco no es rock, no es un disco que vaya a cantarse a gritos en una cantina –aunque conociendo a Iván, quizá sí. Se trata de la revisión personal de los temas que quizá se nos han perdido en el desastre, de los temas a los que hemos restado importancia y que aún se mantienen en el aire: "¿a qué he venido a zarpar con los barcos que terminarán hundidos, a nadar a contracorriente con peces perdidos?, ¿a qué he venido si no es a decir que te extraño, cariño?"

Puede ser que Sal Paraíso se convierta en el disco con el que Iván García le dijo adiós a la ciudad de Puebla para perderse en la Ciudad de México. Y al mismo tiempo se convierta en el disco que lo vio regresar a esta ciudad de los ángeles. Pues al final, perderse es una buena forma de encontrarse.

Sal Paraíso (2016) de Iván García. Grabado en Casa de Cultura del Estado de Puebla. Masterizado en La Milagrosa Producciones por Víctor Hurtado.