El resurgimiento de brotes xenofóbicos en AL y el Caribe frente a los desplazamientos humanos internacionales

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Tomás Milton MUÑOZ


Agosto 25, 2018

Las crisis políticas y/o económicas que han afrontado países como Nicaragua, Venezuelay Haití de forma reciente y la pobreza aunada -a la gradualviolencia vivida en los Estados del Triángulo del Norte centroamericano, conformado por Guatemala, El Salvador y Honduras,han obligado a millones de personas a salir de sus comunidades de origen para sobreviviry buscar oportunidades en otras latitudes del continente americano, ya sea de paso o como destino final. Este éxodo masivo conlleva una serie de retos para actores estatales y no estatales en la tarea de garantizar los derechos humanos de los migrantes, en particular ante la aparición de nuevos brotes xenofóbicos que ponen en riesgo la seguridad de los migrantes.

Al igual que en otras partes del mundo, en donde la diatriba en contra de los migrantes ha sido el arma preferida de grupos ultranacionalistas o de políticos para atraer el aplauso fácil o el voto duro del electorado al culpar a los extranjeros de los fracasos internos, en América Latina y el Caribe están resurgiendo actitudes violentas y discriminatorias en contra de los migrantes y de los solicitantes de asilo, situación que es por demás preocupante ante la difícil situación que se afronta en varios países de la región y que genera día a día más expulsados.

Algunos de los hechos más recientes de violencia física y verbal que se han suscitado en las últimas semanas en contra de migrantes ocurrieron en Brasil y en Costa Rica, lo que ha puesto en alerta a organizaciones internacionales que han realizado llamados para garantizar el respeto a los derechos humanos de los extranjeros.

El pasado 18 de agosto, en la localidad brasileña de Pacaraima, fronteriza con Venezuela, un grupo de brasileños se manifestó en contra de la presencia de venezolanos que han huido del régimen de Nicolás Maduro y quemó objetos personales y casas de campaña en las que pernoctaban los migrantes. La turba realizó esos actos luego de que acusaron a un grupo de venezolanos de haber intentado asaltar a un comerciante brasileño.

Las protestas violentas en contra de la presencia de migrantes provocó que unas mil 200 personas venezolanas salieran de Brasil y aumentara su situación de vulnerabilidad, pues carecen de medios para emprender el viaje a otros destinos.

En Costa Rica, se han organizado una serie de grupos antiinmigrantes que promueven marchas en contra de migrantes nicaragüenses que huyen del régimen del presidente Daniel Ortega y a los que acusan, de forma falaz y sin pruebas, del incremento de los asaltos en el país, del desempleo y de aprovecharsede programas sociales y becas para universitarios. Estas agrupaciones usan las redes sociales electrónicas para difundir noticias falsas y estereotipos en contra de los que denominan de forma despectiva como "nicas".

En Costa Rica no es la primera vez que se dan este tipo de manifestaciones y de actitudes xenofóbicas en contra de los nicaragüenses, pero en las últimas semanas los grupos antiinmigrantes han retomado viejas banderas para denostar a los nuevos flujos que salen de Nicaragua ante el recrudeciendo las medidas autoritarias deOrtega en contra de los opositores a su régimen dictatorial.

Otro ejemplo de las actitudes xenófobas que se ven en el continente es la situación que afrontan los haitianos, quienes por su color de piel, pobreza y estado de vulnerabilidad han sido discriminados en República Dominicana (país en el que la población también es mayoritariamente afrodescendiente) y México, en donde se han reportado, particularmente en Tijuana, casos de abusos y negación de servicios por parte de funcionarios públicos y de comerciantes.

A pesar de las referencias a un pasado colectivo y al discurso de la hermandad latinoamericana, la realidad indica que la xenofobia está muy presente en América Latina y el Caribe, pues a los ejemplos antes mencionados habría que sumar actitudes discriminatorias muy arraigadas –como las afrontadas por peruanos y bolivianos en Argentina o el antichilenismo existente en Bolivia - que sólo vulneran más a los migrantes y que en nada ayudan a resolver los retos que generan los desplazamientos forzados en la región.

En estos momentos uno de los grandes retos para la región en materia migratoria y de refugio lo supone el éxodo masivo de venezolanos, pues se calcula que en los últimos años más de dos millones han salido del país gobernado por Maduro y se espera que sigan emigrando más ante el agravamiento de la crisis económica y política.

Algunos países vecinos han respondido para atender a los venezolanos que llegan a sus fronteras, pero el volumen ha puesto en entredicho sus capacidades de atención. Ecuador, por ejemplo, modificó su reglamento para exigir el pasaporte a los venezolanos que deseen ingresar a su territorio, y aunque un juez determinó suspender el ordenamiento por 45 días, es un reflejo de las complicaciones al momento de atender flujos masivos. Perú, por su parte, también ha optado por pedir pasaporte a los venezolanos para disminuir el número de ingresos al país.

 

Los desplazamientos humanos entre fronteras internacionales siempre generan retos que deberían de ser tratados de forma regional y con la participación de diferentes actores estatales y no estatales para garantizar los derechos humanos de los migrantes y la convivencia plena en los lugares de acogida, sin embargo parece que una vez más la realidad supera los discursos de hermandad latinoamericana.

Es necesario reconocer que en nuestra América Latina y el Caribe existen manifestaciones xenófobas y discriminatorias, pues sólo así se podrá empezar a combatir esos flagelos con políticas públicas eficientes y que atiendan una realidad compleja en la que las migraciones seguirán formando parte del día a día de la región.

Finalmente, me permito recurrir al lugar común y destacar que mientras no se atiendan las causas estructurales que generan pobreza, desigualdad y la falta de oportunidades y de libertades políticas, la región seguirá enfrentando desplazamientos humanos masivos en condiciones de vulnerabilidad.

Nota: El pasado 22 de agosto se cumplieron 8 años de la matanza de 72 migrantes, en su mayoría centroamericanos y varios sudamericanos, en San Fernando, Tamaulipas. Hecho que nos recuerda de forma ominosa la violación sistemática a los derechos humanos a la que son sujetos los migrantes en su tránsito por nuestro país.

 

 

 

* Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Profesor e investigador de tiempo completo adscrito al Centro de Relaciones Internacionales de la UNAM y profesor de cátedra en el ITESM Puebla.

 

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