El principio de Peter
Tal vez conozcas a alguna persona que era muy hábil y productiva en su trabajo; que la ascendieron por sus buenos resultados y que, desde entonces, éstos ya no son ni siquiera los mínimos esperados. Este proceso es frecuente en las organizaciones (y no sólo ahí). Laurence J. Peter, en 1969, lo reflejó en una frase, que se conoce como principio de Peter: "En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia".
Claro que desde antes se había observado el fenómeno y se había enunciado por medio de diferentes frases.
Pongamos un ejemplo: tienes a un carpintero que es muy hábil y diestro haciendo muebles. Los dueños de la mueblería notan su destreza y la admiración y respeto de sus compañeros. Entonces, lo nombran jefe de carpinteros. Después de todo, "están reconociendo" su nivel de trabajo con un pago ligeramente mayor al nombrarlo jefe de carpinteros, y esperan que su habilidad y rendimiento se refleje en hacer que los demás suban su nivel de producción. Ahora bien, el que el carpintero sea muy hábil con las herramientas y materiales no implica que esa habilidad sea directa e inmediatamente replicable para manejar y organizar personas
Entonces, el carpintero empieza a tener conflictos con el equipo de trabajo, y la producción tal vez crezca, pero no en el nivel esperado. Además, tal vez se sienta "obligado" a invertir más tiempo para mantener su nivel de producción como carpintero, para manejar el personal que tiene asignado y ver los temas administrativos de los procesos de producción de muebles. Entonces, en breve estará agotado, reducirá su rendimiento y así su disposición se verá afectada.
El carpintero era muy productivo haciendo muebles. Alejado de tal función, es probable que la persona se siente insegura de manejar las nuevas responsabilidades que le asignaron, y entre en un ámbito en que es mayor su desconocimiento del que tenía en el ámbito en que se desenvolvía. Parece una obviedad que lo que tal persona requiere es entrenamiento para desarrollar sus habilidades en el nuevo ámbito; pese a ello, es frecuente que no lo reciba.
Además, para entrenar a alguien en cortar madera, por ejemplo, se siguen una serie de cursos y procesos comúnmente aceptados, pero no ocurre lo mismo con el caso del desarrollo de habilidades directivas. Entonces, nos encontramos que una persona fue ascendida sin que tuviera la competencia para manejar el puesto de trabajo, y en ese contexto la mayoría de los resultados generados tienden a demostrar la incompetencia de la persona al respecto. En ese sentido, hay pocas posibilidades:
1) que la dirección de la compañía asuma la responsabilidad de proporcionarle el entrenamiento y formación requerida para que la persona desarrolle la competencia adecuada para ejercer el puesto (aunque es elemental, la dirección difícilmente se ve como factor de lograr este resultado, se justifica en falta de presupuesto y prefiere optar por aniquilar a la persona declarándola incompetente);
2) que la persona se hunda en sus temores e inseguridades bien sintiéndose incapaz de hacer el trabajo y frustrándose o bien gritando y buscando imponerse descalificando cualquier señalamiento de su incompetencia y culpando a los demás por los "malos" resultados; y
3) que la empresa decida retirarlo de la compañía, pues lo "ha quemado" en un doble sentido, lo ascendió sin haberle dado la formación necesaria y sin asegurarse de su capacidad para desempeñar el nuevo puesto y duda en degradarlo de puesto por las relaciones públicas internas, conduciendo en ambos casos a dañar la relación con el trabajador.
Es probable que puedas ver otras posibilidades, pero también pueden reducirse a una forma parcial o mezclada de las anteriores.
¿Has observado que alguien fue ascendido hasta su nivel de incompetencia? Sería ideal que cada persona recibiera el entrenamiento y la formación para lograr su mejor nivel de competencia en su puesto, ¿no te parece?