Resiliencia: El camino para Trascender en la Enfermedad

Tuve la oportunidad de ver a Miguelito desde inicios de su tratamiento, siempre fue un niño muy callado y tímido

Tuve la oportunidad de ver a Miguelito desde inicios de su tratamiento, siempre fue un niño muy callado y tímido, pero cuando platicaba había que aprovechar para ver una de sus sonrisas.

Para su familia, como en todas las que he conocido, la enfermedad fue difícil. Tuvieron que salir de su pueblo a 7 horas de distancia y dejar en casa otros hijos; no sabían a qué atenerse en la ciudad o en el hospital e incluso debían lidiar con otro idioma. A pesar del miedo y la incertidumbre, acataron siempre las indicaciones de los médicos y especialistas.

Miguel resultó ser el ejemplo perfecto de la resiliencia. Ésta es la capacidad de superar circunstancias traumáticas, como el cáncer. Todos los días, en el albergue, lo veíamos paseando en bicicleta, avisándonos de su presencia con el cascabel, viendo televisión y jugando con otros niños. Hubo momentos en los que verdaderamente se sentía mal, pero nunca se le vio decaído, o tendido en cama por la enfermedad. Siempre terminaba por distraerse e incorporarse a las actividades.

Los meses pasaron y los resultados de su esfuerzo rindieron frutos: hace una semana pasó a vigilancia. Cuando los niños llegan a esta etapa siempre les pregunto qué aprendieron de su enfermedad, pero la respuesta de Miguel no parecía la de un niño de siete años. Él no me respondió directamente, pero su mamá me contó que Miguelito le dijo: "qué bueno que me enfermé mamá, porque me acerqué a Dios. La virgen me dijo que iba a estar bien y ahora me toca ayudar a más gente, quiero ser padre de grande". A ello, su madre agregó que también le dijo a sus hermanitos "ojalá tú también te enfermeras, para que te acerques a Dios". Si bien no dimensionaba del todo lo último, sí logró encontrar cierta bondad en su sufrimiento y sobre todo una razón.

Es muy importante que todos los pacientes le encuentren sentido a su vida y se den cuenta de la importante labor que tienen de enseñarnos a todos nosotros. Una Nueva Esperanza surgió de una experiencia que no fue olvidada y ha trascendido en los 1179 niños que hemos recibido y acogido hasta el día de hoy. Me queda claro que niños como Miguelito ayudarán a muchas personas a salir adelante y a encontrarle sentido a su vida.

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