Eso no es hacer justicia

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Cecilia OCHOA


Septiembre 07, 2018

México es un país inseguro y parece como si estuviéramos acostumbrados a vivir con eso. Pero estar acostumbrado no es lo mismo que estar resignado. De acuerdo con reportajes de El Popular, en este año se han dado en Puebla 8 linchamientos, lo que no se traduce en 8 muertes, porque en ciertas ocasiones son varias las víctimas en manos de una multitud inconforme.

Siempre me he preguntado si al ver estas acciones los delincuentes comienzan a tener miedo de perecer de la misma forma. Tal vez ellos no le teman a eso, pero a gente como a mí, sí que nos da miedo estar en el momento y lugar equivocados. Como le sucedió a Alberto y a Ricardo, los dos hombres que fueron golpeados y quemados vivos en Acatlán la semana pasada. Ya se descartó que estas dos personas fueran delincuentes, solo bastó la acusación de que eran robachicos para que Alberto y Ricardo se convirtieran en víctimas.

A pesar de que ya se está identificando a los participantes del linchamiento, sabemos que el problema es más complicado que meter a la cárcel a los autores del suceso. Esto lo digo porque necesitamos leer entre líneas y entender su significado. Y es que un linchamiento no es hacer justicia, sino un acto que muestra lo peor de la conducta humana. No sé qué tiene que pasar (o no pasar) por las cabezas de 150 personas para golpear a dos hombres y además prenderles fuego vivos. ¿Qué mensaje podemos leer de esta acción? Sé que no cualquiera se atrevería a formar parte de un acto como ese, sé que varios de nosotros no sabríamos cómo reaccionar si estuviéramos ahí presentes, pero lo que si noto es que ahí hay un descontento con el sistema de justicia.

La impunidad vivida se confirma en que ni el presidente municipal ni el encargado de la policía supieron cómo reaccionar. Encima de todo, de acuerdo con las declaraciones de José, el hermano de Ricardo, las autoridades (que de autoridades no tienen nada) estaban resguardadas y le advirtieron que mejor se fuera del lugar porque se darían cuenta de que él era familiar de uno de los supuestos criminales.

Y ahora los familiares de Alberto y Ricardo tienen que confiar en que el sistema de justicia les haga la justicia que no recibieron en vida. Si bien el caso ya está siendo revisado por organismos estatales, creo importante no dejar de apoyar a la familia de este par de inocentes. Porque, como digo en todas las columnas que escribo, si no presionamos obtendremos pocos (o nulos) resultados.

El 29 de agosto, Martha Erika Alonso, gobernadora (tal vez) electa de Puebla, publicó en su cuenta de Twitter: "Las autoridades municipales de Acatlán de Osorio están rebasadas para brindar seguridad. Condeno enérgicamente los linchamientos suscitados, es inadmisible hacer justicia por propia mano". Las autoridades sí están rebasadas, pero no solo las de Acatlán, también lo están las de los demás municipios en donde se han presentado otros linchamientos, homicidios, feminicidios, robos, etcétera. Concuerdo en que estos actos son inaceptables, pero, como dije antes, no creo que les podamos llamar "hacer justicia" porque para ello se necesita darle a cada quien lo que le corresponde y para eso tenemos leyes, juzgados, protocolos, encargados.

Me pregunto varias cosas: ¿Cuando ella asuma el poder del Estado qué hará diferente para que el sistema de justicia funcione mejor que en las administraciones pasadas? ¿Cómo trabajará en equipo con las presidencias municipales para que nos volvamos a sentir seguros? No la tiene fácil, pero nosotros los ciudadanos, que somos las víctimas de los crímenes, la tenemos todavía más difícil. Algo tendremos que hacer, algo muy distinto a un linchamiento, pero más efectivo que lo que tenemos hoy en día.

*Actuaria egresada de la UDLAP

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