Jueves 06 de Septiembre de 2018 |
En Historias de mujeres malas, nos encontraremos con narraciones sinuosas, del más puro cyberpunk. Es un libro que reta al viejo adagio: "Todos los científicos son poetas pero nunca a la inversa." Y lo reta hasta despedazarlo. Ante nuestros ojos aparecen catorce historias, en las que el personaje central aparente es la mujer. Sin embargo, descubrimos que son las mujeres las que gravitan alrededor del autor, moviéndose en diferentes mundos: la realidad decadente y patética de los talk shows; el sismo de 1985 y los módem, discos duros, procesadores de área local y conexiones de red, por citar algunos ejemplos. También aparece la religión que va transformándose: se re-crea en nuevas sectas, surgidas por la necesidad de la inclusión en los grupúsculos de fe; Yehya escribe sobre la enajenación que generan algunos grupos religiosos y la disputa por la verdad absoluta. El libro ubica al lector en ambientes conocidos para la cotidianidad mexicana. Sectas como La Unión Evangélica de la Defensa de la Mente, Los Hermanos Sionistas del Mesías Negro, La Fraternidad de la Divina Swástica y el Frente Ario de Conquista de Occidente, son visionarias en el mundo de las finanzas, amos de la enajenación y la persuasión siempre lucrando con la fe. El libro nos deja en la más terrible de las soledades al presentarnos la crisis de la guerra en donde la mujer/hermana, mujer/anciana, mujer/muerte se desdoblan a lo largo de las historias que lo integran. No dejan de aparecer figuras, símbolos de redención, de sometimiento en las que la mujer es inventada por el ojo que la observa. Naief Yehya trata de demostrarnos cómo las computadoras pueden dominar al mundo, incluso al ser humano, y hace más: nos encierra en una encrucijada para la reflexión, con ello, el lector se puede formular preguntas sobre la existencia: ¿Acaso la humanidad se extinguió y todo fue reinventado por una súper CPU que desde hace tiempo nos ordena qué hacer, hacia dónde dirigirnos? ¿Somos el reset de una oveja eléctrica? Se construye la máquina enorme que pone en tela de duda el sexo de dios y nos hace pensar que la mujer/máquina nos domina, nos ordena, nos posee y nos obliga a actuar de modo impensable para la normalidad. Yehya se dio cuenta de que nunca, a pesar de todos los intentos, la mujer dejará de ser el centro del universo y en su libro lo pone de manifiesto: tal vez no regrese a la matriz de donde salió y tal vez se borre de la cabeza la imagen materna pero le da a cada mujer su lugar en el mundo mítico personal. Naief Yehya, Historias de Mujeres Malas, Plaza y Janés, México 2001. |