Horizontes

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Tere MORA GUILLÉN


Septiembre 10, 2018

Indigna que la administración saliente de Enrique Peña Nieto herede al próximo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, grandes pendientes y asuntos sin resolver, tal es el caso del que dio cuenta la Fiscalía de Veracruz, al informar que hallaron una fosa clandestina con al menos 166 personas, en la zona centro del estado.

En agosto pasado la Fiscalía logró identificar, ubicar y obtener el testimonio de una persona que señaló un punto en dicha entidad, en donde habrían sido inhumados de manera clandestina cientos de personas. En el lugar también se encontraron 114 identificaciones y 200 prendas de vestir.

El 8 de agosto comenzaron los trabajos de investigación en la zona y 30 días después de labores localizaron los restos humanos con hasta dos años de antigüedad. 

Estos hechos indignan y laceran a los mexicanos, en vez de despedirse con diversos spots, que muestran el dispendio de recursos y el país de las maravillas que sólo percibe Enrique Peña Nieto; éste último debiera tener vergüenza, pedir perdón a las familias cuyas identificaciones aparecieron en el predio, y urgir a su equipo de trabajo, a dar una respuesta a este escabroso hallazgo.

Resulta que México es un país con más de 35 mil desaparecidos oficiales, y un número indeterminado de fosas clandestinas, que no sabemos hasta cuándo habrá de continuarse la labor de desenterrar muertos.

Los expertos coinciden en que las familias que tienen a un familiar desaparecido, viven un duelo inacabado; la muerte de un hijo, de un hermano, de un padre, o una madre resulta crítica en lo emocional para un ser humano, y más aún cuando se desconoce su paradero, al no haber evidencias del desaparecido.

¿Acaso los servidores públicos, que deben brindar servicio a la ciudadanía, se han puesto en los zapatos de los afectados, que tienen la esperanza de algún día encontrar con vida a su familiar?

Una desaparición no es sólo dramática para las personas afectadas, sino que causa angustia a sus familiares inmersos en el limbo, al desconocer lo que les ha ocurrido a sus seres amados. Entonces comienzan una búsqueda infructuosa y por años en la mayoría de los casos.

Los familiares en múltiples ocasiones deben realizar rituales conmemorativos, recibir apoyo económico, psicológico y psicosocial, que se reconozca su sufrimiento y la necesidad de que se haga justicia, porque difícil tienen, reconstruir su vida.

Inútil resarcir el daño físico y psicológico que se ha hecho cuando de desparecidos se trata; vivimos uno de los momentos más críticos en la historia de nuestro México, donde el desgobierno, la corrupción e impunidad, han permeado en todos los ámbitos, por lo que se ve difícil a corto plazo, desterrar la delincuencia organizada, esto poco o nada parece importar a nuestras autoridades, porque los hechos hablan por sí solos.

Ojalá señor presidente Enrique Peña Nieto, al término de su gestión, pueda cada noche dormir tranquilo y con la consciencia del deber cumplido. Sabido es que la tarea de gobernar no es fácil; como también es conocido que quién asume el poder, antes de ello debe tener la honestidad de analizar si será o no capaz de ejercerlo a cabalidad y de buena forma. 

Estamos a punto de terminar un sexenio, que poco o nada podrá hacer ya para concluir los pendientes. Nos queda la ilusión de que AMLO quiere pasar a la historia como un buen presidente. Que así sea, y reivindique con justicia a los familiares de los desaparecidos y a los mexicanos.

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