¿En manos de quién estamos?

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Adrián SALAZAR


Septiembre 12, 2018

Una de las principales banderas que enarboló durante su campaña el ahora presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador fue la de reducir el precio de los combustibles, principalmente el de las gasolinas. Sin embargo, antes de que de inicie su administración Carlos Urzúa Macías -propuesta de AMLO para encabezar la Secretaría de Hacienda y Crédito Público-, afirmó en un noticiero nacional que no puede haber cambios abruptosen los precios de las gasolinas, por tanto, continuarían incrementándose cada año: "en términos reales no se va a incrementar, pero en términos nominales sí, por la inflación".

Sin embargo, esto va más allá de la inflación, y es que en México no hay una estrategia económica que encamine al país a fortalecer su mercado interno y su moneda, es decir, al igual que muchos otros países estamos supeditados a un mercado internacional controlado por Estados Unidos y su moneda el dólar. Situación que, dicho sea de paso, se prevé que pudiera cambiar. Recientemente el portal RT en español publicó el llamado que hizo el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, durante un foro empresarial entre Turquía y Kirguistán, para poner fin al predominio del dólar en el comercio internacional haciendo uso gradual de la moneda nacional, pues, según dijo, la dependencia del dólar en el comercio mundial se convirtió en un gran problema.

Decía que el próximo gobierno federal enarboló una demanda muy sentida del pueblo mexicano que ahora no va a cumplir, ¿a qué se debe esto? A la dependencia económica respecto al vecino país del norte, cuyo mercado petrolero define el precio de aproximadamente el 75 por ciento de los combustibles que en México se consumen; a esto le agregamos ganancias para los expendedores y los impuestos del gobierno mexicano como el 16 por ciento del Impuesto del Valor Agregado (IVA), el Impuesto sobre Producción y Servicios (IEPS) en sus variantes estatal y federal. Gravámenes que representan aproximadamente el 30 por ciento del costo comercial.

El panorama no es alentador. Pemex, sobre quien se cargan buena parte de las finanzas públicas del país, se ha convertido en "una agencia de importación de las empresas texanas, mientras que sus seis refinerías están en el abandono (…) las petroleras estadounidenses están avanzado y aspiran a quedarse con el negocio completo", explica la revista buzos de la noticia (No. 835); además, dice que esas empresas texanas, al igual que la empresa inglesa British Petroleum, planean hacer a un lado a Pemex y traer los combustibles directamente de sus refinerías. Esta estrategia les resulta muy bien ya que, de cada 10 litros de gasolina que se consumen en México, 7.5 son importados.

¿Y por qué México, siendo uno de los mayores "productores" de petróleo, se queda sin hacer nada? Ya lo decíamos en un principio, estamos supeditados a la economía y política del capital imperialista, encabezado por Estados Unidos, que no permitirá perder un mercado que les reditúa muy buenas ganancias. Muestra de ello es que "en el pasado inmediato las petroleras de EE. UU. frenaron un proyecto de nuevas refinerías en México, como ocurrió en el gobierno de Felipe Calderón" (buzos No. 783).

De esto podemos deducir que el gobierno entrante, encabezado por López Obrador, no representa verdaderamente los intereses del país que va a gobernar, sino que va a salvaguardar los del capital extranjero: más de lo mismo, seguimos en manos del capital, de los dueños del dinero que lo único que les importa es saciar su glotonería de ganancias. Hace falta pues, un gobierno autentico, popular, que implemente cambios y ajustes en el modelo económico que le permita a la masa empobrecida hacer frente a este tipo de acciones de las empresas a través de una política fiscal equitativa en primer lugar.

Es necesario aclarar que el abuso cometido sistemáticamente contra la masa empobrecida de nuestro país, es decir, alrededor de 100 millones de mexicanos, no viene sólo del exterior. Los intereses de los señores del dinero, sean mexicanos o no, son los mismos, obtener el máximo de ganancia con el mínimo de inversión. Y así pasa también con los empresarios mexicanos.

La clase trabajadora busca regularmente, a través de Afores, el tener una jubilación para cuando por su edad ya no pertenezca a la población económicamente activa (PEA). Lamentablemente el Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR), utiliza estos ingresos para "hacer más redituables los negocios de la banca y los emporios de la construcción y bienes raíces". ¿Cómo perjudica esto a la clase trabajadora?

La Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), dice que 83 por ciento del financiamiento de la Infraestructura Institucional fue aportado por las Afores, es decir, con el dinero que los trabajadores guardan para su retiro. Ellos se justifican diciendo que es para conseguir mayores beneficios a los trabajadores, sin embargo, muchas veces la inversión se hace en proyectos no rentables o volátiles, entonces ¿quién asume las pérdidas? A esto se suma que las comisiones que cobran las Afores son costosas, incluso cuando los ahorros de los trabajadores reportan pérdidas: sólo las empresas ganan. En este caso concreto, de acuerdo con expertos de política industrial y fiscal del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, la seguridad social pública debe ser parte de un modelo de desarrollo y de una política de Estado donde la capitalización sea individual y con manejo privado.

Este segundo ejemplo también nos demuestra que estamos en manos del capital -ya sea nacional o extranjero- puesto que no tiene nacionalidad y su fin es el mismo: ensancharse a través del fruto del trabajo de la clase proletaria, y por éstos ¿quién vela? La historia, en el prólogo de este nuevo capítulo, demuestra que la izquierda en nuestro país es sólo de nombre, pues sirve a los mismos intereses de la derecha. Entonces, no le queda nada más a los millones de pobres que unirse para formar una gran organización y construir una fuerza social educada políticamente, capaz de dar la lucha democrática para enrumbar el derrotero de nuestro país y construir una patria más justa, equitativa y humana. La historia lo está reclamando.

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