Huele a gas y a corrupción

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Miguel Barbosa Huerta


Septiembre 14, 2018

En Puebla, las bandas de huachicoleros están muy cerca de provocar una gran catástrofe de proporciones mayúsculas. Todo esto ocurre, ante la pasividad, negligencia y corrupción de las autoridades estatales y municipales. La fuga de gas ocurrida el pasado miércoles fue una señal que no podemos ignorar. Primero, por el enorme riesgo en el que estuvieron por lo menos los habitantes de siete colonias de nuestra capital; segundo, porque esta fuga fue la prueba inobjetable de que las zonas urbanas ya son también el escenario del robo del combustible; tercero, y quizá más grave: las autoridades no actúan, ya sea por incompetencia o por corrupción.

Los hechos conocidos hasta el momento indican que integrantes de una banda de huachicoleros intentaron hacer una toma clandestina. Algo salió mal y la ordeña se salió de control, lo que provocó una gran fuga de gas que afecto al menos siete colonias de la capital y de un hospital, mientras que 77 escuelas de la zona suspendieron sus actividades. Las imágenes hablan por sí mismas y provocan un mezcla de indignación y de miedo porque en cualquier momento pudo haberse iniciado un incendio de proporciones mayúsculas, como lo que ocurrió en los años noventa en el Sector Reforma de Guadalajara, Jalisco, o las explosiones den San Juanico, en el Estado de México, en la década de los años ochenta.

Huele a gas y a corrupción. La violencia y el desastre tocan a la puerta de la capital de nuestro estado. Para nadie es un secreto que el robo de combustible se ha convertido en un gran negocio de la delincuencia organizada, alimentada por el alza formal en los combustibles y alentada por la impunidad de las que gozan los delincuentes, tanto así que ya operan con total libertad en la propia capital de nuestro Estado.

De acuerdo con diversos estudios, por territorio poblano atraviesan 22 ductos de hidrocarburos, 16 de ellos operados por Petróleos Mexicanos (Pemex) y 11 de éstos pasan por los municipios de Venustiano Carranza, Francisco Z. Mena, Jalpan, Xicotepec, Pantepec, Huauchinango, Ahuazotepec, Tlacuilotepec, Pahuatlán y Honey. Son los ductos Poza Rica-Salamanca, Poza Rica-Venta de Carpio, Poza Rica-Tula, Poza Rica-Cima de Togo, Poza Rica-Azcapotzalco; el gasoducto Tuxpan-Atotonilco que construyó la empresa Gasomex. Todos ellos cruzan el Área de Protección de Recursos Naturales Cuenca Hidrográfica del Río Necaxa. Este simple recuento de los principales ductos que cruzan por nuestro estado, para dimensionar el potencial que tiene el robo de combustibles.

Resulta inaceptable que las autoridades no profundicen o aceleren las investigaciones respecto a los responsables de esta fuga, que por fortuna no terminó en desgracia. El panorama es poco alentador, simplemente basta recordar cómo las autoridades estatales se han hecho de la vista gorda ante situaciones existentes en varios municipios que vinculan a huachicoleros y políticos locales, como ocurre y en el municipio serrano de Venustiano Carranza, cuya investigación abrió uno de los expedientes más terribles de vinculación entre el poder político y el poder del crimen organizado.

La pasividad de las autoridades no debe permitirse. El Congreso en Puebla tiene una nueva correlación de fuerzas y vive una nueva realidad. Sólo falta que se restablezca la legalidad en la elección para gobernador, para que Puebla cambie el rumbo hacía un nuevo proyecto de nación.

@MBarbosaMX

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