Más allá de la anecdótica transición de AMLO

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En el transcurso de esta semana destacaron un par de declaraciones realizadas por el próximo presidente Andrés Manuel López Obrador sobre "la responsabilidad del Banco de México de posibles desequilibrios macroeconómicos" o "la bancarrota del país". Al margen de tratarse de comentarios anecdóticos viene al caso analizarlos a través de algunas respuestas a ciertas inquietudes que me expresaron sobre la columna pasada, respecto a una potencial relación directa entre el aumento de los salarios mínimos que plantea la próxima administración y la inflación.

En aquella columna me referí a cómo desde la autonomía del Banco de México (Banxico) y la libre flotación del tipo de cambio, el Banco de México ha tenido como principal función el control de la inflación a través de la tasa de interés de referencia. Sin embargo, de acuerdo con Santiago Capraro (2015:25), en realidad, desde 1994, ha existido una intervención directa de Banxico para evitar los shocks deprecatorios a partir de operaciones de mercado abierto (Ver. Figura 1). Incluso han existido periodos de apreciación del tipo de cambio que han debilitado el funcionamiento óptimo del modelo secundario exportador, vigente en México desde 1982, ya que la apreciación del peso encarece los productos nacionales en el exterior. Es decir, al comprar cada dólar menos pesos, el sector exportador mexicano pierde competitividad.

Otra de las controversias sobre el Banco de México es si realmente ha sido el control sobre la tasa de interés la que ha "controlado" la inflación. De acuerdo con el mismo autor(pp. 83-151), la pérdida del poder de negociación de la clase trabajadora ha incidido en los bajos salarios, convirtiéndose estos en el ancla nominal del aumento generalizado de los precios.

Esto, desde el lado de la oferta, debido al techo del costo de la mano de obra que contribuye a minimizar los gastos de producción. Y, desde el lado de la demanda, por el descenso en la capacidad de consumo que resulta de la deflación salarial. Ambos procesos convergen en aumentar la brecha en la desigualdad del ingreso entre los trabajadores y los dueños de los medios de producción. En estricto sentido, la no intervención en el crecimiento económico a partir de una política monetaria activa se ha conducido a "normalizar" una estabilidad económica mediante la contracción del crecimiento económico.

Esta estabilidad económica está asociada con los denominados "equilibrios macroeconómicos". Primero, el equilibrio en el mercado interno: el gasto igual al ingreso, particularmente en el sector público, hecho que no se ha consolidado. Segundo, equilibrio en el mercado externo, en el cual el déficit en la balanza en cuenta corriente y su principal componente la balanza comercial es compensada por una cuenta de capital superavitaria, cuyo costo financiero para México ha sido justamente mantener estabilidad cambiaria a cualquier precio. En este caso no haciendo uso de las reservas internacionales para detonar un ciclo de crecimiento apoyado en el mercado interno.

Una economíacontraída en su crecimiento por salvaguardar los "equilibrios macroeconómicos" reduce la recaudación de impuestos y, con ello, el gasto que se pueda ejercer. Este hecho, frente a la precaria situación en la que viven 53.4 millones de mexicanos (CONEVAL, 2018), junto con una deuda pública del 56% del PIB (datosmacro.com), son un conjunto de hechos que podrían explicar las declaraciones de AMLO.

Fuente: Capraro, Santiago (2015) Inflación, tipo de cambio y distribución del ingreso: ensayos sobre la economía mexicana, tesis para optar por el Grado de: Doctor en Economía, Facultad de Economía-UNAM, Ciudad Universitaria, México.

*Profesora de Tiempo Completo en la UNAM – Facultad de Economía.

La opinión expresada en este artículo es responsabilidad del autor y no refleja el punto devista del Tecnológico de Monterrey. 

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