Invertir o no invertir... ese es el dilema

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Invitada


Octubre 01, 2018

Mauricio Millán

El primer semestre de 2018 registró el mayor monto en Inversión Extranjera Directa (IED) en México de los primeros semestres en los últimos seis años, con un monto de 17 mil 842 millones de dólares.

A pesar de la embestida comercial neoproteccionista del gobierno de Estados Unidos, el país consiguió mostrarse como una economía fortalecida, con fundamentos macroeconómicos sólidos, una estructura resiliente ante las amenazas externas y el ambiente de transición política interna, además de imprimir confianza en los mercados internacionales para alcanzar un nuevo acuerdo de libre comercio de América del Norte, expectativa que se formalizó el domingo 30 de septiembre con la creación del nuevo tratado: Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés).

Sin embargo, las presiones comerciales y financieras internacionales que enfrentará México durante el primer año de la nueva administración no serán mejores que las experimentadas hasta este momento.

El buen comportamiento de la economía de Estados Unidos durante este año y que, posiblemente, se extenderá en todo 2019, causarán al menos tres incrementos de la tasa de interés de referencia en aquel país en los próximos 15 meses, causando salidas de capitales desde los países emergentes, como México, hacia Estados Unidos. Por esta razón, el país deberá trabajar en los puntos que minan su competitividad internacional.

El Índice de Competitividad Global 2017-2018 (ICG) indica que México ha avanzado un total de 10 posiciones en el ranking durante el periodo 2014-2017.

Este avance lo coloca por encima de naciones latinoamericanas como Brasil y Colombia. Por otra parte, si desagregamos en ICG, podemos observar la posición que guardaba México en 2017 en factores estratégicos que disminuyen su competitividad como el gasto público, la calidad de la infraestructura y su capacidad de innovación.

México tiene un nivel inferior, en comparación con su posición global de competitividad, en cuatro componentes que se han posicionado dentro del diagnóstico que ha elaborado, hasta el momento, el grupo de transición del nuevo gobierno: calidad de la infraestructura general (71), eficiencia en el gasto del gobierno (121), naturaleza de ventajas comparativas (82) y capacidad de innovación (70).

De inmediato se coloca como un punto rojo la baja posición de México en la eficiencia de su gasto público. Este resultado implica un deterioro de la política fiscal en México para lograr incidir de manera significativa para contribuir al crecimiento económico.

Si nos enfocamos en el tema de infraestructura, la ineficiencia en el gasto del gobierno se suma a la importante disminución en la inversión pública en infraestructura física, la cual llegó a 2.6% del PIB en 2017 y se espera, según la tendencia mostrada hasta junio de 2018, que apenas repunte a 2.7% del PIB al cierre de 2018.

Esta disminución en la inversión es transversal y se puede ver reflejada también en la baja calidad de la infraestructura general, también reportada en el ICG. En resumen, en términos de inversión, el gobierno mexicano gasta poco y gasta deficientemente.

Por esta razón, es necesario pasar por una inspección férrea la viabilidad y concordancia del gran número de ajustes fiscales que se propone realizar. No basta con plantear el aumento masivo de inversión en infraestructura física educativa, logística o energética, sino realizar un plan de acción integral a largo plazo, que busque transparentar al máximo posible el ejercicio de los recursos públicos, enfocar su uso en áreas de desarrollo prioritarias para el país y dotar las inversiones físicas de recursos humanos bien capacitados, perfiles de adopción de innovaciones en línea con la adopción de la Industria 4.0 y un fortalecimiento institucional del servicio público, con el objetivo de incrementar el impacto de estas intervenciones gubernamentales en la economía. No se trata de gastar en exceso, sino de gastar eficientemente.

Adicionalmente, la dificultad estructural de nuestro país para internalizar los procesos de innovación en los sectores público-privado es uno de los componentes que ha impedido la transición de nuestras ventajas comparativas a productos de alto valor agregado.

La posible desaparición de ProMéxico eliminaría de la administración federal a una institución que se ha encargado de estudiar y promover la inversión extranjera y las mejores prácticas de nuestros socios comerciales en México, con una agenda de acción en torno a la adopción de tecnologías propias de la Industria 4.0 en los sectores industriales estratégicos, como el automotriz, que pocas instituciones públicas o privadas en el país han desarrollado.

Echar mano de los servicios de inteligencia, públicos y privados, que han estudiado por años las condiciones económicas del país será crucial en el nuevo panorama comercial, que sufrirá una reconfiguración de largo plazo con la reciente creación del nuevo acuerdo trilateral comercial de América del Norte (USMCA).

Este requerirá del esfuerzo conjunto de todos de los diversos actores económicos en México para poder, efectivamente, salir fortalecidos de este nuevo acuerdo comercial.

*Vicepresidente de Consultores Internacionales

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