La Vida Sin Enfermedad

Llegó Diana con su madre Pamela, ambas estaban muy felices ya que después de tres años, la menor por fin había entrado a vigilancia

Llegó Diana con su madre Pamela, ambas estaban muy felices ya que después de tres años, la menor por fin había entrado a vigilancia. Después de reflexionar un poco acerca de todo el proceso de enfermedad y de las cosas positivas y negativas que surgieron de ésta, pregunté si la menor ya había retomado las actividades que dejaron de hacer por la enfermedad. La señora Pamela me contestó que ya habían checado lo de la escuela y que entraba el próximo mes, pero en cuanto darle permiso de salir a jugar y hacer otras cosas, la limitaba mucho por miedo a que se enfermera de nuevo. Además, señaló sentirse ansiosa porque estaba más tranquila cuando la menor recibía medicamento.

Pareciera que cuando un niño termina su tratamiento, la familia lo toma de la mejor manera y lo niños se reintegran a su vida normal inmediatamente. En algunos casos ocurre lo anterior. Sin embargo, sucede lo opuesto con muchos otros padres y sus niños, debido a que llevaron un proceso largo de enfermedad, que ésta se convirtió en su normalidad, por lo que al llegar a la etapa de vigilancia no saben cómo vivir. Es aquí donde comienzan los problemas: cuando los niños regresan a la escuela no saben socializar, les da miedo aún realizar algunas actividades, no quieren estar sin sus padres, etc. Mientras que los padres quieren mantener los mismos cuidados que dieron a sus hijos cuando estaban en tratamiento.

Aún en esta etapa, se requiere un gran apoyo psicológico, me ha tocado ver muchos niños que ya no soportan los cuidados excesivos de sus padres, e incluso deserción escolar porque no se sintieron a gusto en la escuela. Es por ello que a los niños se les debe realizar una evaluación completa, principalmente de su desarrollo psicosocial y trabajar aquellas áreas que requieran refuerzo, usualmente son la socialización y la autonomía. Con los padres se debe evaluar los miedos que puedan presentar y trabajar la ansiedad, para disminuir las conductas sobreprotectoras.

Con la señora Pamela la intervención no fue diferente, se trabajaron sus miedos y con el paso del tiempo dejó de sobreproteger a Diana y ésta terminó por reincorporarse a su vida. En otra de sus consultas, Pamela me comentó que ella se convirtió en la principal motivadora de Diana, con el objetivo de que no se limitara a hacer nada.

En Una Nueva Esperanza, asociación para niños con cáncer velamos por el bienestar psicológico y emocional, súmate donando a esta noble causa.

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