Freno de mano

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Daniel ORTIZ


Octubre 11, 2018

Tras un excelente empate, conseguido en Ciudad Universitaria ante los Pumas, jugando un segundo tiempo con mucha actitud, con buenos acompañamientos y desdobles, el Puebla volvía a casa con la obligación de ganar. Y más por el marco que se creó, por el Derby Poblano y el 50 Aniversario del Estadio Cuauhtémoc, ambos detalles excelentemente promocionados por el club, situación que poco se ha visto en la historia reciente del equipo.

Ya en el campo, vimos algunas sorpresas, como la inclusión de Félix Micolta y un cambio de sistema que Enrique Meza no había utilizado este torneo y ni siquiera en toda su estancia en el equipo, un 442 que fácilmente al atacar se convertía en un 424.

Me gustó el intento por ser agresivo con la línea de cuatro en el fondo, pero no me agradó tanto prescindir de un interior, ya que la construcción del juego carecía de orden, tanto Robles - de muy buena tarea nuevamente - cómo Torres, entregaban el balón a los extremos (Micolta y Fernández) y estos buscaban ser muy verticales con Angulo y Loroña tratando de llegar al fondo y surtir así a los dos puntas, Palacios y Cavallini.

La idea hasta ahí, tenía su sentido. Ser verticales. Pero en la práctica, La Franja se atascaba en zona de tres cuartos de cancha, los delanteros se salían mucho del área al no tener balones y pocos jugadores estaban mostrando la actitud para ganar el partido. Un equipo sobrado, frente a unos Lobos BUAP que sin ofrecer mucho, jugaban al error de los locales. Y así cayó no solo el primer gol, sino el posterior empate. Poco tuvieron que hacer los universitarios para atacar con peligro el marco de Vikonis.

Hay que destacar que para el complemento, ajustando al 433, nuevamente llegaron los mejores momentos y el mejor juego del Puebla. 10 minutos de locura dónde le dió la vuelta al marcador. Los goles de Espericueta y Cavallini no llegaron fruto de la casualidad, sino por un magnífico momento donde el balón circulaba a la perfección. Fernández fue vital para encontrar estos espacios jugando ya cómo interior izquierdo, posición que ya jugó en otros momentos y en la cual lo hemos visto muy bien. Acuña con su presencia abrió la defensa de los licántropos y Cavallini se sintió más cómodo para ofrecerse y combinar.

Pero el 'Ojitos' y los mismos jugadores pusieron freno de mano al partido. Dejaron de apretar, de armar las jugadas con criterio y el equipo se perdió. Buscó en los contragolpes a velocidad liquidar el juego, en lugar de hacerlo mediante el balón, que es como nacen sus mejores momentos y como su juego lo tienen identificado.

Meter al tercer central fue el acabose faltando aún 20 minutos, se sabía que una que tuvieran los visitantes iba a ir para dentro. Y así fue. El freno de mano hizo al Puebla estamparse, perdiendo puntos y dejando un mal sabor de boca. ¿Por qué solo regalarnos 10 minutos buenos y el resto jugar tan mal, justo cuando la mesa estaba puesta? No es la primera vez, esto ha pasado en varios torneos, que al tener que dar el paso al frente, el equipo camotero no puede o no quiere hacerlo.

Pausa de dos semanas esperando rectificar, recuperando posiblemente a Chumacero y a Tabó, que cómo hizo falta en este partido.

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