¡¡Ténganle tantita paciencia!!

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Guillermo DELOYA


Octubre 24, 2018

Lejos de lo que una campaña regala en permisividad, el acto de gobernar es una concatenación de acciones que implican un alto sentido de responsabilidad, de un talento adquirido en la experiencia y de un conocimiento detallado de realidades palpables convertidas en diagnósticos. El sentido contrario, irremediablemente versa sobre la improvisación, la inmediatez y la reactividad, obviamente todo ello en contra de la gobernanza, del buen funcionamiento de la administración pública y de la calidad de vida de los ciudadanos gobernados.

Con mucha preocupación observamos como este último y penoso escenario se está haciendo presente en el recientemente inaugurado gobierno municipal de Puebla capital. Lejos de la politiquería, prevalecen en estas líneas los análisis objetivos sobre qué es aquello que Claudia Rivera y su equipo nos adelanta para los venideros años. Parecería que a vuelo de pájaro las acciones contundentes que anunciaba una candidata que llegó surfeando una ola nacional en la elección, mucho nos quedan a deber en razón de lo profundo que el escenario poblano nos presenta en problemas de impostergable atención.

Uno de los problemas más sensibles es el relativo a la seguridad pública municipal. La titularidad de tal encargo es mucho más compleja que plantearse en una foto con talante de poca amistad y dureza. La experiencia en tal rubro es de enorme importancia y también va mucho más allá de contar con credenciales académicas adquiridas desde la rectoría de la Academia Zaragoza. No veo en su recorrido profesional alguna mención destacada por experiencia operativa, presencia en corporaciones, perfil táctico en campo o un mínimo de práctica en la calle, ahí donde ahora los poblanos sufrimos los embates de la criminalidad creciente.

Y el bautizo y bienvenida ha sido cruenta para Lourdes Rosales, la realidad de esta la otra Puebla, no esperó a manifestarse. El pasado jueves, los poblanos vimos con preocupación cómo la justicia hecha por propia mano se convirtió en barbarie. Un joven cercano a los veinte años apareció sin vida colgado de un poste en la colonia Jorge Murad con un cartel prendido al cuerpo que dejaba el mensaje contundente: "esto me pasó por ratero".

La inexperiencia, la confusión y la falta de oficio se hicieron notorias ante el silencio de una titular de la SSPTM quien encontró a su mejor apoyo en la vocería improvisada que hizo a su favor la propia presidenta municipal. Lo contradictorio de los mensajes versaba desde los "por qué's" de no haber tenido aviso oportuno de la situación, hasta el lastimeramente achicarse pidiendo "un poquito de paciencia" ante esta terrible situación.

Una noticia para nuestra autoridad municipal: paciencia ante la desatención es exactamente de lo que carecemos los poblanos. Aquellos que siguen siendo robados en el transporte público, quienes ven violada su tranquilidad y a quienes ha afectado en su integridad física no pueden paliar su realidad con promesas de atención futura.

Y aún rondan en el aire muchos otros temas sensibles de potencial conflicto futuro. Me refiero a la falta de atención en la problemática para la provisión de agua potable, la carencia de una estrategia jurídica para la prometida reversión de las concesiones de Citelum y Agua de Puebla, la carencia de programas y obras y en general la falta de empaque en un nuevo gobierno que inicia con polémica y cuestionamiento. Por otra parte, se nota con relevancia un oficio político deficiente que ha llevado a la Presidenta Municipal a ser cuestionada, al filo del desconocimiento por sus propios compañeros de la causa morenista, situación que no se hace menor cuando una ciudad pide a gritos de acuerdos y consenso.

Sin embargo no es extraña la cerrazón de aquellos a quienes les llega el vértigo del poder adquirido con prontitud. El ser "incluyente" como raíz de actuación de un gobierno, nunca puede pasar por la petulancia o el desdén que ronda por las oficinas del palacio municipal y es mucho más elaborado gobernar que ponerse unos tenis en vez de zapatillas.

La mano de los ciudadanos quedó extendida ante el bono de entrada, pero a cada minuto transcurrido sin soluciones a lo que corresponde arreglar, esa mano se retira con desconfianza y recelo. Pero total, tengamos tantita paciencia, que al fin y al cabo podemos seguir sentados a la espera de profesionalismo y responsabilidad en la labor pública.

 

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