Miércoles 31 de Octubre de 2018

Aunque el gobernador José Antonio Gali Fayad ha dado las mayores facilidades al equipo de la gobernadora electa Martha Erika Alonso Hidalgo para agilizar la transición, aun cuando a ciencia cierta no se sabe qué resolverá el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) sobre los impugnados comicios del 1 de julio, las cosas entre ambos no marchan bien.

Hay recelo y mutua desconfianza.

Los que van de salida creen que los Moreno Valle han sido poco respetuosos con la investidura del mandatario saliente, al minimizarlo o darle trato de gerente o administrador del estado, pero no de gobernador constitucional.

Y los que pretenden llegar perciben a Gali Fayad como un gobernante que hizo poco por el triunfo de Martha Erika Alonso y garantizar la continuidad del grupo morenovallista, sin percatarse que éstos tampoco le dieron incentivos para mantenerse en él o para convertirse en su principal operador.

Las consecuencias de estos malentendidos saltan a la vista:

Un gobernador que nada de muertito, sin agitar las caudalosas aguas de la política nacional y local, más interesado en construir puentes con el presidente electo Andrés Manuel López Obrador y algunos de sus colaboradores que en conseguir que el conflicto postelectoral se resuelva a favor de la esposa de Moreno Valle.

Un gabinete legal y ampliado fracturado, con secretarios, subsecretarios y directores de OPDs que no jalan parejo, pues unos estiran la cobija para Gali, otros para Moreno Valle y su esposa, y otros más que han comenzado a transitar del galismo al grupo de Martha Erika con tal de amarrar alguna posición, alentados por Eukid Castañón, Roberto Moya y Jorge Aguilar Chedraui.

Una mayoría parlamentaria confrontada con el Ejecutivo, que no puede tener una interlocución seria con los diputados de Morena, José Juan Espinosa o Gabriel Biestro, si el coordinador del PAN en la Cámara de Diputados, Marcelo García Almaguer, no responde a los intereses de Gali Fayad o del secretario de Gobierno, Diódoro Carrasco Altamirano, sino a los del exgobernador Moreno Valle.

Un Poder Judicial confrontado y pasmado, con un presidente de origen galista pero acotado, y con dos grupos de magistrados que buscan moverle el tapete para desplazarlo y quedarse con su puesto. Unos que quisieran el regreso del morenovallista Roberto Flores Toledano, y otros entronizar a Jorge Cruz Bermúdez como posición de Martha Erika Alonso.

Y un estado en descomposición no sólo por la polarización de partidos, actores políticos y poderes fácticos, sino por la creciente delincuencia y los enfrentamientos entre bandas del crimen organizado por hacerse del control de plazas, ciudades y poblaciones.

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