Viernes 02 de Noviembre de 2018 |
Considero que un libro de poesía puede ser una declaración política, una cosmovisión propia, una poética personal, y Rostro Cuir de César Cañedo cumple cabalmente con mi perspectiva. En el libro, ganador del Premio Mantra de Poesía 2016, encontraremos la declaración de principios de Cañedo, que se convertirá en una forma particular de observar y de ser observado en el mundo. El poeta no es un ente pasivo sino que se convierte en protagonista en cada verso en el que aparece. La musicalidad presente en cada una de sus líneas es fuerte, profunda y en muchas ocasiones salvaje, tanto que puede y desgarrar la piel -y no hay metáfora-. La musicalidad contagia, una vez terminada su lectura, el lector se quedará con el ritmo en la lengua, terminará "shakirosiento" para decirlo en conceptos de Cañedo. Si alguien puede reinventar el mundo con las palabras –fin último de la literatura– esos son los poetas. César Cañedo lo cumple a cabalidad y nos abre su mundo para encontrarnos con versos como: "Revelo el fin de todo lo fijado / del odio y estereópito falínico, / pasarelo gallarda y loca plena / con mirada Chanel manocintúrica / que vaivena un final risaperreante. / Congratulo el sabor de arrasaposa / con ritmo de las cuerpas abiertónicas / torciendo lacios pasos tacónidos." El humor está presente en todo el poemario. Es mordaz, pícaro y paródico: el poema "El seminarista de los ojos negros" es superado por la fuerza poética con la que Cañedo dibuja a "El maratonista de los ojos negros", una reinterpretación que nos hace doblarnos de la risa al encontrar fragmentos como "Firme y desahuciado de tareas ajenas / mi maratonista no pisa la pista / y sólo nos quedan las wawis urgentes / entre el campamento militar y el monte / que pródigamente y para no olvidarlo / me sella en los hijos regados del pecho / mi maratonista de los ojos negros". La carnavalización del cuerpo a través de la palabra está presente en todo el poemario. Es un trabajo festivo, que celebra al cuerpo y que reta a la religión. Le pone pecho a las balas de la censura y sale bien librado gracias al oficio de poeta que trasluce en la pluma de Cañedo. Nos encontraremos con sonetos y endecasílabos de construcción perfecta, de trabajo noble con la palabra para enunciar un universo particular, con ello, César Cañedo se aleja de los aplausos fáciles, de los falsos maderámenes: "Nada más por costumbre no me exhibo / en la posuda pasarela pöetica / porque desciendo de flojiza épica / que banaliza todo lo que escribo." Una parte de la poética personal de César Cañedo la encontraremos en los poemas "J", "J Mazatleca", "J Cartagemida", "J Canadiense" y "J Neoyorika". En estos poemas hay imágenes contundentes que nos llevan a observar y sentir la melancolía por amores pasados. No hay tristeza, pura vitalidad. Es difícil escoger un poema favorito y definitivo en este pequeño poemario, y de manera arbitraria impongo mi gusto, yo me quedo con el siguiente: "Poetiloca muscuflora rimbomvérgica, / retablista del sexo broadcasteado, / orgiástica saltimbanqui y poetisida, / remáchame de versos y esteroides, / conjúrame la carne que se asienta, / enséñame a deletrear Antofogasta / sin que Ibáñez nos jale de los pelos / abajeños, cresposos, bocaamantes." |