El abismo de la memoria

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José Rogelio HERNÁNDEZ


Noviembre 06, 2018

Vasko Popa, en una entrevista, a propósito del significado de sus poemas, dice que: "Te preguntan qué significa tu poema. ¿Por qué no le preguntan al manzano qué significa su fruto, la manzana? Si supiera hablar, el manzano, seguramente, les contestaría: ¡muerdan la manzana y verán lo que significa!". El propósito del poema sobreviene después de su alumbramiento, antes, no es más que memoria, evocaciones que manifiestan la desesperación, frustración o tristeza de un poeta; a veces, también, amor.

En Diario de sueños (Fondo de Cultura Económica, 2011) del poeta Homero Aridjis, encontramos un campo fértil en el cual podemos cultivar reflexión y memoria a través de reminiscencias oníricas que forman el cuerpo de este poemario lúcido y lleno de desilusión.

Homero Aridjis busca en la poesía una luz que de vida a la patria en penumbra en la que vivimos, es por medio de sus sueños, los cuales el mismo autor menciona que es su costumbre anotarlos apenas abre los ojos, que intenta abatir los fantasmas de su Contepec, así como las injusticias y la miseria que puebla ese terruño que más bien resulta ser una realidad nacional.

Sobre la retrospectiva de la vida, en la confusión y la valentía que significa reinterpretar los sueños, siempre receloso del origen de los mismos, y en especial, del yo poético, es que se va construyendo como si de telar se tratara Diario de sueños.

Este poemario es, al mismo tiempo, reflejo de experiencias, sólo a través de las palabras Aridjis se entiende a sí mismo, buscando encontrar en el pretérito y en la muerte momentánea una pista de su relación con el presente, una obra "hecha con pedazos de él mismo", pero también con instantes de esta tierra, de otros a los que dota de una carga valiosa en los recuerdos y en el acto de la escritura de los sueños.

El poeta nos cimbra con la desolación de la injustica en su poema Cine Apolo, en donde dice: En las butacas rotas se sientan Huitzilopochtlis/ con dientes de oro mirando a los políticos llenarse/ los bolsillos con corazones de gente sacrificada (…) Perros ferales las hallan en carreteras oscuras/ con los pechos arrancados a dentelladas/ y los zapatos negros del espanto puesto. Así, descarnado, refleja la impotencia de la muerte obligada y del despotismo que hemos hecho una forma de martirio, tratando, quizá, de aliviar los pecados que nos hacen vivir abrumados en una realidad fatigante en la que, sin querer, nos hacemos cómplices de la maldad y la tiranía.

Otro estímulo de Diario de sueños es la búsqueda de su esencia a través de la memoria de su padre, y también de su cuna, misma que recuerda sin límite, ambas cuestiones lo hacen tratar de entender la existencia mediante fáciles, pero contundentes preguntas: "¿Qué es ese yo? ¿Qué es ese tú? ¿Qué es ese Nosotros? / ¿No ves que bajo tierra todos los egos se confunden?

Lo cotidiano también forma parte del corpus de Diario de sueños, en Sombras en el metro, dice: "Sombras procreando sombras palpitantes/ Sombras hipócritas -mis semejantes- mis hermanas. La desilusión de una vida monótona bajo la cobija de corazas que usan los hombres para ocultar sus miedos y crueldad son cuestiones que, en Aridjis, causa zozobra, pero a su vez, parte de la naturaleza de la humanidad en la que se ve reflejado.

Diario de sueños es una proeza de Homero Aridjis en donde descubrimos en las evocaciones de un hombre franco y atormentado, una serie de conclusiones que tienen como origen el sueño, un momento en donde la verdad nace de la memoria intacta, esa que queda atrapada para siempre en lo más recóndito de una ciénaga virgen, inexplorada por el ahíto de lo cotidiano.

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