Viernes 16 de Noviembre de 2018

Fernando del Paso Morante nació el 1 de abril de 1935 y murió el 14 de noviembre de 2018. Son tan escazas estas palabras para hablar de un hombre que escribió tanto en tan pocas obras. O eso dice la crítica que se regocija en sólo tres novelas.

Y es que su obra fue total, inmensa como su retórica y su conocimiento y amor por el idioma español. Algunos le colocan epítetos como "monumental" o "catedralicia".

En Del Paso, también encontramos obra periférica, una obra que está más allá de esos monstruos que ahora todo mundo nombra. Y por más que intenté no pude alejarme del lugar común: José Trigo, esa suerte de miscelánea narrativa que no es una novela sino una polifonía; Palinuro de México, la carnavalización de las letras, la oda a la ciencia y a la literatura; y Noticias del imperio, la democratización de su obra, casi todo mundo conoce al maestro Fernando del Paso por esta novela, quizá la más digerible pero no por ello, menos grandiosa.

Retomando lo que yo llamo su obra periférica, se me vienen a la mente los libros para niños Encuentra en cada cara lo que tiene de rara, De la A la Z por un poeta y Paleta de diez colores. También su incursión a los recetarios en coautoría con su esposa Socorro, con el libro La cocina mexicana. O el libro Castillos en el aire, esa suerte de Varia Invención, que está acompañada de dibujos con influencia del pintor M. C. Escher. Sin olvidar su trabajo periodístico en El vaivén de las Malvinas y Amo y señor de mis palabras.

El maestro también exploró en la poesía. Sonetos del amor y de lo diario es ese libro que todo poeta debe leer si quiere trabajar forma y fondo en la poesía, si quiere abrevar del lenguaje y de la forma canónica de uno de los subgéneros más elaborados en la lírica.

Linda 67, es esa novela a la que nadie hace caso pero es un thriller formidable. Una novela en la que el maestro incursiona en el género negro y que es excluida de su canon personal, de manera injusta. La muerte se va a Granada, es su aportación al teatro en donde le da voz a Federico García Lorca antes de su asesinato. Viaje alrededor del Quijote, es un homenaje a nuestro libro sagrado en lengua española.

PoeMar, libro que debe volver loco a cualquier amante de las metáforas cónicas pues en sus versos trasluce el ritmo que rompen las olas al estrellarse con los buques: "Para cantarle al mar, me displicento, / me engargolo y me quiebro, me aspirino / me cocaino y me alcoholo, cocacolo, / me enmariguano el alma, me mareo, me navego en reversa, me enarbolo, / me pistono y me entuerco, me atornillo […]"

Personalmente, escribir sobre la muerte de Fernando del Paso es recordar mis andanzas de café con mi amigo Ricardo Cartas, quien fue el que me presentó a Palinuro de México y su malabarismo verbal. También es hablar de un autor que amaba al lenguaje como materia prima para escribir sus cartas, sus discursos.

Es difícil escoger un fragmento, un poema, una rima, una imagen con la cual quedarse, porque hacerlo es lapidar la obra de un escritor que trabajaba como orfebre, de un investigador que un día decidió convertirse en novelista, locutor, poeta, pintor.

Sin embargo, si hay que quedarse con una impronta para recordarlo y agradecerle tantas letras, a título personal, escogería como inicio un fragmento del discurso al recibir el Premio José Emilio Pacheco a la Excelencia Literaria, en donde nos coloca una bofetada: "Quiero decirte que a los casi ochenta años de edad me da pena aprender los nombres de los pueblos mexicanos que nunca aprendí en la escuela y que hoy me sé solo cuando en ellos ocurre una tremenda injusticia; sólo cuando en ellos corre la sangre: Chenalhó, Ayotzinapa, Tlatlaya, Petaquillas... ¡Qué pena, sí, qué vergüenza que sólo aprendamos su nombre cuando pasan a nuestra historia como pueblos bañados por la tragedia!"

Descanse en paz, Palinuro, el piloto de la nave de Eneas. Nuestro Palinuro de México.