Robespierre, el Terror y los pobres

Maximiliano Robespierre, político  emanado de la Revolución Francesa, es harto conocido por haber presidido en Comité de Salvación Pública

Maximiliano Robespierre, político emanado de la Revolución Francesa, es harto conocido por haber presidido en Comité de Salvación Pública, que operó el Terror, Terreur (conocido formalmente) durante varios meses entre 1793 y 1794, llevando a la guillotina miles de personas sin juicio previo, ya que dijo:  "El terror no es más que la justicia rápida, severa e inflexible" y con ello sembró el desasosiego entre la población, la desconfianza, la generalización de la pobreza, la caída financiera y económica de Francia. El Comité de Salvación, dominante sin oposición, aplicó políticas como la fijación de precios, la expropiación de bienes privados, impuesto patrimonial y el llamado "dirigismo económico" en otra faceta política que se conoció como "Terror financiero".

Robespierre invocaba una pureza personal extrema y una austeridad ejemplar. Era despiadado en sus decisiones y, dentro de su círculo cercano, nadie podía opinar en contrario; por eso Danton, Desmoulins y Fabre, amigos suyos, fueron guillotinados al considerarlos "enemigos de la república". Robespierre, gran orador, culto, abogado de formación, pero apropiado del poder, usó éste de manera discrecional sin valer ningún tipo de discusión o duda. Sigue siendo conocido con el sobrenombre de "El Incorruptible", pero al final fue a dar también a la guillotina, terminando un funesto período.

La personalidad de Robespierre ha sido revisada por analistas políticos, historiadores y hasta por psicólogos, toda vez que, al parecer, subyace un síndrome peligroso entre algunos jefes de Estado y de gobierno, particularmente entre los monarcas tiránicos, los presidentes populistas (Venezuela o Nicaragua), países que se dicen democráticos porque han utilizado el voto popular para perpetuarse en el poder, basado en la existencia mayoritaria de población pobre, que es su mejor fuente de votos.

Los fundamentalistas bíblicos, en especial los de corte evangélico-calvinista, puristas de las Escrituras, alegan que los pobres siempre han existido y existirán. Se apoyan en ciertos versículos de la Biblia: "Porque nunca faltarán pobres en tu tierra" (Deuteronomio 15:11) y d "Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis", palabras de Jesús (Mateo 26:10; Marcos 14:7 y Juan 12:8). Estos versículos, de corte absoluto, han servido para justificar una mercadotecnia de la pobreza: se predica a los pobres y se les ofrece tesoros en la tierra; del segmento de pobres se obtienen votos y conviene que siga habiendo pobres, mientras más haya, mejor, porque significan su base de apoyo aunque jamás se cumplan las promesas de campaña.

El socialismo no pudo (ni podrá) desterrar la pobreza. Churchill afirmó que ese sistema sólo servía para una mejor distribución de la pobreza (evidencia en la Cuba castrista y en los países del viejo bloque soviético). Pero tampoco el capitalismo destierra la pobreza: agudiza las contradicciones de clase y exacerba resentimientos entre quienes ven frustrados sus motivos aspiracionales. Hoy se acusa al "neoliberalismo" y a los tecnócratas como causante de las injusticias sociales y de la corrupción; es una moda encontrar culpables en cada cambio de administración gubernamental o de régimen político.

Gobernar con terror, como Robespierre o como Stalin o Nicolás Maduro, son formas que deben arrumbarse en el resumidero de la historia; no se deben ocultar para que pueblos y gobiernos tomen lecciones crudas de los resultados regresivos sobre las sociedades. La pureza no es compatible con la política: es sólo un eslogan o una divisa para captar adeptos y votos. México está en el umbral de un cambio radical que no ha sido calculado ni reflexionado debidamente. Hay pobreza extrema y hay riqueza, pero ésta no debe destruirse, para que, en un acierto político, sirva para crear empleos y una justa distribución del ingreso y del producto, una manera de redimir a los más necesitados.

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