Pretextos hay para todo

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Camilo Estrada Luviano


Noviembre 28, 2018

La lucha contra la corrupción pareciera cualquier cosa, pero en los hechos -en un país en donde ella ha permeado hasta la médula- esta lucha mueve muchísimos intereses, porque la corrupción no es un concepto abstracto, sino que son hechos concretos perpetrados por individuos de carne y hueso, con nombre y apellido y, socialmente, esto hace que en ella participemos, unos por acción y otros por omisión, pero al final de cuentas la corrupción nos toca a todos.

Esto que ocasionó tanta distorsión en todos los ámbitos de la vida de los ciudadanos, llevó precisamente a que en las elecciones presidenciales la gran mayoría pusiera un hasta aquí a lo prevaleciente y, de hecho, ordenara que hubiera un cambio. Acabar con la corrupción aglutinó, pero no a todos: los directamente involucrados siempre han estado y estarán en contra y junto con ellos sus apanicados y demás serviles, además de aquellos que en el hacer político han sido convencidos por estos y otros más que por la feroz propaganda de los medios de comunicación masiva -en manos de ellos- asumen esa actitud por inercia.

Los grandes, pero en verdad grandes capitales no muestran nunca su rostro a menos que se vean compelidos a eso, porque no les conviene a sus intereses económicos, pero sí lo hace la gran cauda de gente que pueden movilizar y esos son los "caballitos de batalla" de todo lo que se opone a la cuarta transformación.

Los grandes capitalistas, los que casi no -o no- pagan intereses al fisco, son y siempre serán los principales opositores de esta primera lucha que se emprende para lograr la cuarta transformación, pero ellos nunca darán la verdadera cara, sino que para ello siempre usan a sus testaferros y a aquellos que andan en busca de huesos y hasta a los que se conforman con los tlalitos. Y así tiene que ser porque "los negocios son negocios" y, si hay ganancia, estos se hacen hasta con el diablo, porque pretextos para todo hay.

Ellos sí pueden hacer algo, ya que siguen teniendo el poder, siguen siendo los que mandan, porque en sus manos está todo el aparato económico. Ellos dicen qué es lo que se produce, y la producción es lo que permite la existencia y determina el rumbo a seguir de toda la sociedad; sin embargo, como la sociedad está compuesta por gente y sus relaciones sociales que se han construido por esa y entre esa misma gente, la vida no es sólo satisfacer las primeras e ingentes necesidades de supervivencia, sino también la convivencia, la cual es regida por la actividad económica, pero que tiene múltiples interconexiones sociales.

Un resultado de esta multiplicidad es el hecho de que aparentemente los empresarios son los que producen, cuando de hecho los únicos que producen son los trabajadores, pero esta apariencia hay que mantenerla así porque les es muy útil para seguir mandando a sus cancerberos a la lucha y ellos seguir haciendo negocios y, por supuesto, ganando.

Esos cancerberos son los que vociferan a gran volumen, y tras de ellos están los que supuestamente quieren un cambio, pero que al oponerse al inicio de la cuarta transformación en los hechos están en contra de acabar con la corrupción que es el obligado comienzo de ella. Y, aunque se recurra al manido y conveniente concepto de pueblo, en los hechos están junto a los que se verán afectados por "la limpieza de la casa" que nunca ha significado ni quiere significar acabar con ella.

Ahora se inicia la guerra económica contra el intento de remover lo "echado a perder" que es lo que se persigue con la lucha contra la corrupción… y la guerra económica, aunque afecte de manera cruel y perversa a toda la población, la pueden hacer sólo aquellos que detentan el poder económico, los demás son simples comparsas de ellos, aunque se crean "salvadores de la patria".

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