Vicisitudes en la Cámara de Diputados

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Eleusis CÓRDOVA MORÁN


Diciembre 18, 2018

Como es del conocimiento de una parte importante de la población, si no es que de la mayoría, el 29 de octubre del presente año, el entonces Presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció la cancelación de la construcción del nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco, a pesar de ser (o por esa razón lo cancelan) el proyecto más importante para el desarrollo y progreso del país y el tercero más grande del mundo. De nada valieron argumentos tales como que su cancelación implicaría pagar 100 mil millones de pesos a los tenedores de bonos, cantidad superior a la que se invertiría en su terminación; que con la suspensión de la obra se perderían más de 46 mil empleos diarios, directos e indirectos; que provocaría un alza en el precio del dólar, incertidumbre en los mercados financieros y desconfianza de los inversionistas nacionales y extranjeros. Su cancelación fue barnizada con una "consulta popular" plagada de desaciertos gigantescos, lo que permitió que un millón de ciudadanos (según los organizadores) decidieran el porvenir de 125 millones de mexicanos. Por si esto fuera poco, se esgrimió para justificar la anulación, el argumento de que el nuevo gobierno construiría otro aeropuerto, más barato y con menos daños ecológicos, en Santa Lucía, Estado de México, sin ningún proyecto de por medio que avalara sus afirmaciones. Fue un engaño total.

Ahora bien, como es de imaginarse, el pago de los 100 mil millones de pesos a los tenedores de bonos tendrá que salir incuestionablemente de los dineros de la nación, lo que redundará en menos obra pública, menos recursos para la educación, para la salud, etc., todo en perjuicio única y exclusivamente de los que menos tienen y a los que López Obrador dice defender.

Como dice el adagio popular: contra el pueblo palo y pedrada. Por un lado se evita el mejoramiento del país por la vía de atraer más turismo y por la vía de la creación de más y mejores empleos, se cancelan 46 mil empleos ya creados y se nos carga una deuda que tendremos que pagar a costa de reprimir nuestra aspiraciones en la búsqueda de mejoramiento material y social del pueblo, o por la vía de pagar más impuestos.

Como pudiera argumentarse que todo este planteamiento es falso y que la cancelación del aeropuerto es el inicio de una era de justicia nunca vista en favor de los que menos tienen, el día seis de diciembre, el diputado Dr. Brasil Acosta Peña, hizo uso de la tribuna parlamentaria para presentar punto de acuerdo por el que se exhorta al Ejecutivo Federal a actuar con transparencia y hacer pública la ruta que se ha planteado para la cancelación de la construcción del nuevo Aeropuerto Internacional de México, en Texcoco. En otras palabras, se exhorta al Ejecutivo Federal para que informe a la ciudadanía en general la forma en que el gobierno cubrirá el pago de 100 mil millones de pesos a los tenedores de bonos. Esta información sería una prueba irrefutable de que el nuevo gobierno está dispuesto a cumplir sus promesas de campaña, tales como "no mentirle al pueblo", "primero los pobres" y mil etcéteras más. Flotaba en el ambiente camaral la certeza de que dicho punto de acuerdo sería aprobado sin más trámite, no sólo porque en nada tocaba la figura presidencial, sino porque además representaba una oportunidad de oro para demostrar a México entero que se está dispuesto a cumplir lo prometido en campaña. ¡Oh, decepción! Sin argumentos sustentados, con expresiones viscerales, sin dar razones mínimamente creíbles que demostraran el daño que les causaba el punto de acuerdo propuesto por el diputado Acosta Peña, la fracción mayoritaria de MORENA, abusando de la fuerza de su número, desechó la propuesta de acuerdo enviándola al bote de la basura.

He venido sosteniendo, espero que con razón, la idea de que el gobierno "lopezobradorista" no va a poder cumplir sus promesas de campaña, porque para lograrlo deberá cambiar de raíz al sistema neoliberal en que hoy se desenvuelve nuestro país. Aunque en su toma de posesión como Presidente de la República dejó claro que sabe y conoce los males que este sistema causa a los pobres, también dejo claro que no está dispuesto a erradicar dicho mal. Pruebas: Son sus asesores Salinas Pliego, Hank Rohn, Vázquez Raña, Alfonso Romo y otros que son hijos y producto del neoliberalismo y, por tanto, los más seguros y aguerridos defensores del sistema que los creó y del cual viven satisfechos. La negativa de su bancada a aceptar que debe informar oportuna y objetivamente a la nación de los asuntos torales de su gobierno, demuestra que le ocultan al pueblo el daño inmenso que un capricho político va a provocar al pueblo de México. Sigue haciendo falta conquistar el poder por el pueblo y para el pueblo. Hoy sólo tenemos pirotecnia verbal.

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