Cerrar las brechas

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Eduardo GÓMEZ GÓMEZ


Diciembre 24, 2018

Eventualmente, al poner en marcha un plan, puedes notar que los resultados alcanzados distan de los esperados.

Nuestra intención, al realizar algo es alcanzar el escenario planeado, y cuando así ocurre probablemente lo celebramos. Y ese es un escenario del que estoy seguro lo has experimentado.

Ahora, te propongo poner atención cuando esto no ocurre: hay una distancia o una diferencia entre lo planeado y lo alcanzado, ¿has experimentado una situación semejante?

En general, la mayoría de las personas viven experiencias de este tipo, y no necesariamente se convierten en desastre; más aún, es necesario comprender cómo manejarlas para evitar que sean tratadas o consideradas como desastres en sí o como causas de desastres.

Un ejemplo bastante inmediato al respecto lo es la agenda de una persona. Generalmente, cualquiera de nosotros de manera metódica o accidentada prevemos una agenda u horario para nuestro día, ¿cierto? Puede ser a manera de grandes trazos del tipo: "Si me levanto a las 6:45, tal vez pueda pasar al banco, después de asearme, dejar a mis hijos en la escuela y sacar unas copias. Después iré al trabajo, me apresuraré a sacar los pendientes para que a la 1 [PM] pueda empezar la revisión del expediente, y terminar a tiempo para salir a comer con…", o bien puede ser muy esquemático: 7:00, asearme; 7:45, llevar a mis hijos a la escuela; 8:30, banco; 9:00 pendientes en oficina; 13:00, revisión de expediente; 14:45, comida, etc.

Por tanto, independientemente del grado de precisión hay un plan. ¿Qué ocurre si la fila del banco es muy larga y a las 9:15 aún estás en ella? O bien, ¿qué pasa si a tus pendientes le agregas una situación de emergencia o una reunión improvisada? Más aún, ¿qué sucede si la persona con la que comerías necesita que tal actividad ocurra a las 14:00 horas?

Cualquiera de estos acontecimientos inesperados afectan tu plan, y habrá que improvisar cuando se presenten.

El hecho es que entre el plan y el resultado puede identificarse una diferencia, una brecha, un "gap" (es la palabra en inglés que se refiere a este fenómeno).

Y desde luego, es necesario cerrar la brecha.

Si estás en el banco a las 9:15, ya no ingresarás a tu trabajo a las 9:00. Si ocurre una emergencia durante la mañana, es probable que ya no puedas iniciar la revisión del expediente a las 13:00 horas; y si sales a comer a las 14:00 horas, tal vez debas acelerar, recortar o cambiar la revisión del expediente o el tiempo que le vas a asignar. Cualquiera de estas situaciones hace que las acciones realizadas sean distintas de las planeadas, al menos en el marco del tiempo que estaba previsto para su ejecución. ¿Te hace sentido?

Ahora considera esto en un plano mayor, en relación con cualquier otra actividad, con la fabricación de un producto, con un servicio, etc.

Cualquiera de nosotros, por tanto, se ha encargado de cerrar la brecha, o las brechas. Así es: ha requerido realizar ajustes en sus planes para poder avanzar en la consecución de sus objetivos y no enredar sus actividades regulares aún más de lo que eventualmente puedan llegar a verse enredadas por las diferencias o brechas que eventualmente ocurren. Cerrar la brecha es una actividad necesaria y que requiere atención, esmero y perspectiva, pues después de todo consiste en reconocer la situación real que se requiere atender para alcanzar nuestros objetivos.

Y es tan necesaria que cuando existe una brecha en la consecución de nuestros objetivos, nos estamos alejando paulatina o gradualmente de alcanzarlos; más aún, puede ser la base sobre la que se acumulen nuevas diferencias o brechas derivadas de la falta de manejo de la primera brecha, y el no atender la primera o alguna de las subsecuentes puede simplemente convertirse en una bola de nieve que haga inviable el resultado que nos hemos trazado, y nos conduzca a un fracaso que resulta de nuestra disposición a manejar la situación específica que estamos viviendo, ¿cierto?

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