Viernes 28 de Diciembre de 2018 |
El final de 2018 está a la vuelta de la esquina y este Guajolote Lector no se quiso quedar con las ganas de lanzar su antidemocrática lista de libros. No se trata de hacer un canon literario. Ni mucho menos erigirme como un erudito en literatura. Desde hace tiempo he desconfiado de las listas que aparecen a final de cada año, sobre todo las que aparecen en revistas que públicamente están manejadas por un grupo literario pues ahí nada más aparecen sus cuates. Sin embargo, al realizar esta lista me di cuenta de que es muy complicado no filtrar la visión personal del recomendador de libros. Así que decidí no sólo incluir 4 libros sino también un disco. Las obras aquí recomendadas tienen en común una característica: todas se publicaron en 2018. Listos o no, aquí vamos: Que parezca un accidente de Elma Correa. Nitro Press/UANL. México. Este libro de cuentos es uno de los más esperados no sólo de 2018 sino de los últimos años. Elma Correa, coordinadora del encuentro nacional de escritores Tiempo de Literatura –que se lleva a cabo en Mexicali– escribió cuentos bien equilibrados, con temas que rebasan la literatura que se desarrolla en el centro del país y también que rebasan los temas de la llamada literatura del norte. Estamos frente a una narradora potente, capaz de manejar el humor en una línea delgada en la que no sabemos si nosotros podemos ser partícipes de la broma o somos nosotros la broma que Elma nos está jugando. Lo mismo aparecen personajes que pertenecen a un grupo en donde todos los temas en redes sociales en boga caben –incluido un tipo que cultiva orquídeas carnívoras, cannabis y amapola– hasta una pareja de asesinos enamorados que disfrutan del alcohol, la vida, el sexo y sobre todo de los corridos, esos que dicen que "los hombres son bonitos y que eso no se puede negar". Se trata de un conjunto de cuentos escritos con crudeza, sin medias tintas y con mucha furia. Hay cuentos que describen a cabalidad el norte de nuestro país, dibujando los escenarios pero en donde más destaca Elma Correa es en la construcción de los personajes: estos resultan ser complicados, laberínticos, neuróticos algunos. En pocas palabras: humanos. Si quieren algo más que los haga lanzarse sobre este libro, aquí va: incluye gatitos. Los cárteles no existen de Oswaldo Zavala. Malpaso, México. Un libro de ensayos que pone en duda desde la primera línea todo nuestro sistema de creencias sobre el sistema político mexicano y norteamericano de justicia, su relación con el narcotráfico y sobre todo, el poder mediático de ambos. Debo de agradecer a David Miklos, que fue quien me lo recomendó y entonces le seguí la pista a Zavala. Integrado por 4 apartados ("La despolitización de la narcocultura"; "Los cárteles no existen (pero la violencia de estado sí)"; "Cuatro escritores contra el "narco"; "Traficantes, soldados y policías en la frontera") el autor va desmenuzando cada uno de los mitos que socialmente hemos construido y que nos hemos repetido hasta el cansancio: que el narco es ese otro que está más allá del estado. Sin embargo, Oswaldo Zavala nos planta cara para decirnos el narco y el estado son uno solo, una especie de dualidad que le conviene aparentar ser distinto. El título es provocador. Zavala hace un recorrido histórico, político y social de la forma en la que se han ido construyendo los cárteles como una estratagema de los gobiernos de Estados Unidos y México. Apoyado en una vasta bibliografía, Oswaldo Zavala nos enumera las formas cotidianas en las que esos gobiernos nos presentan al narco para comer, vivir y soñar con el narco: narcorridos, uso del léxico de los narcos, series de televisión, libros que no hacen otra cosa que generar apologías para que la sombra del narco sea tan pesada que no podamos quitárnosla de encima: "Seguiremos fascinados por sus vidas mitológicas hasta que la idea de la seguridad nacional y la narrativa general de nuestro presente neoliberal sea desafiada por una imaginación crítica que relocalice la historia del narcotráfico en el centro del poder del Estado, como uno más de los múltiples y complejos intereses y objetivos de sus estructuras y programas de gobierno, en la intimidad de la más básica lógica política". Las celdas rosas de Sylvia Arvizu. Nitro Press, México. De este libro ya comenté en alguna de mis columnas que fue el que más me sacudió en 2018. Se trata de un libro de crónicas en donde la autora nos habla de su vida en el Centro Penitenciario Femenil de Hermosillo. Las mujeres que aparecen en las crónicas de Arvizu se muestran sin ambages, son ellas, a través de las letras de la autora, las que nos cuentan cómo les ha ido en la vida. Lo mismo un par de hermanas que le dan una golpiza a las nuevas o que Coyito, una chica que busca trabajo en una falsa agencia de colocación de empleos y que resulta aprendida por el simple hecho de estar en el lugar equivocado: una casa de seguridad administrada por el narcotráfico. Es un libro que hace alusión a un momento de nostalgia y añoranza. El encierro es real. Los muros se agigantan pero la desesperanza sobrepasa su tamaño: Sylvana, hija de Sylvia, tiene 12 años y está de visita en el penal. Pasan el día juntas, se divierten, se reconocen, juegan, ven una película, unen sus corazones como madre e hija. Sylvana le pregunta a su madre por el color de su celda: beige, responde la autora. "Ojalá que fueran rosa, me dice a media banqueta. La volteo a ver con extrañeza porque por poco olvido el tema. Las celdas, insiste, que fueran celdas rosas. Frunzo el ceño para que me explique bien. Como ardillita sin parar de hablar explica que así podemos imaginar que no estamos aquí, sino en un lugar diferente. Como en casa por ejemplo. Con ellos, nuestros hijos." El niño de varas de Javier Taboada. Matadero Editorial/Secretaría de Turismo y Cultura del Estado de Puebla. Poemario lúdico y reflexivo. Construido con maestría y cuidado en el lenguaje, Taboada nos lleva de la mano a reconocer los años en la escuela, sobre todo aquellos años de primaria en donde sobrevivir a un salón de clases era toda una hazaña. Años antes de que la palabra "bullying" se metiera en nuestro vocabulario, este poemario nos remonta a juegos de niños, a la construcción en casa de una globeta con la cual tirar monedas, pero también nos habla sobre acoso escolar. Poemas visuales, juegos de palabras, sonoridad, significados que el lector irá construyendo son los que habitan el poemario recomendado por Jerome Rothenberg. Taboada es lector y traductor de los clásicos. Se nota al momento de su escritura pues no sobra una sola palabra. Ni un espacio está de más. El pasado se eterniza con la maldad de los niños. La musicalidad del poemario nos atrapa y construye imágenes prácticamente imborrables como lectores, y otras tantas se vuelven reconocibles pues los apodos en las escuelas están a la orden del día. El niño de varas no es otro que aquel al que su instructor le ha aleccionado con golpes por subir los codos a la mesa, por portarse mal en la escuela, por poner sobrenombres: "el carcelero el garapiñado/puércules la marrana parada mortadelo/el volován el jamón/el trompudo el Falopio el labios de salchicha el avión/el chairas/el chaquetas –a ese no hay darle la mano/el chorejas la tacita el jorobado de notre dame/el mayate el ostión el sinaloa/el cuatro ojos el topo la venada/el feto el retrato […]" Hoy en día pareciera ser que escribir un poema es sencillo. La maestría del poeta se convierte en tal cuando logra habitar sus palabras, y esto es lo que logra Javier Taboada en este libro. Tormenta, disco de Iván García y los Yonkis. Está impregnado de ajenjo. Quizá sería conveniente considerar a la absenta como una posible guía para escuchar el viaje que este 2018 nos han preparado los Yonkis. Play en la rola número 3 de Tormenta: "Azotados" es la rola en la que Gerardo Enciso nos inunda con su voz, nos llena los oídos y le plantea un doble reto a Iván García. En primer lugar, descubrir cuál de los dos poetas puede ser más doloroso cuando se escuchan sus voces en los audífonos. Por una parte, Enciso tiene esa voz que es como si un trueno cayera en la tierra. Conforme la rola avanza, la voz aterciopelada de Iván va creciendo, y entonces estaremos de frente a la tormenta completa, pues su voz es ese aguacero que dura toda la noche, que nos adormece y al mismo tiempo nos mantiene alertas. El segundo reto que Gerardo Enciso le impone al líder de los Yonkis tiene que ver con la versificación, lirismo en estado puro desde el inicio de la canción: "Azotados desde niños por el hombre de sotana/ por la sota, el azar y la zorra de la cuadra", dos versos poderosos de catorce sílabas, sonoros y juguetones, que nos permiten ver por qué Iván García es uno de los mayores referentes musicales y poéticos de Puebla: estamos ante dos versos que se acercan a los alejandrinos clásicos, es decir, versos de arte mayor en una canción de rock. En un disco de folk. Dos versos alejandrinos en medio de una Tormenta. Entonces, comprendemos que Iván García sale bien librado y está a la altura de Gerardo Enciso. Tormenta es una especie de western, no sólo por el country de sus melodías ni por el folk tan marcado de Dylan y de Cash, sino porque tenemos una cita con la muerte para beber, beber y celebrar. No importa qué día de la semana sea pues "aunque es martes suele haber variedad que es invariable. Aunque es martes suelo beber una cantidad considerable." |