Donde la entrevista florece

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Efrén CALLEJA MACEDO


Diciembre 31, 2018

Las personas no son lo que dicen, o no sólo eso, sino la suma de experiencias, contradicciones, epifanías y desesperanzas que las han moldeado o reinventado. Hay quienes cuentan su pasado con gracioso desparpajo y quienes narran con largos silencios para ocultar su ayer. En ambos casos, es insuficiente escuchar para atisbar al personaje. Ahí, en esa capacidad para rebasar el papel de redactor está la diferencia entre ser relator o cronista. El primero toma nota, consigna; el segundo reflexiona, elige momentos, duda, busca versiones, añade posibilidades, puntualiza coyunturas y visibiliza transiciones. El cronista es un gambusino existencial.

Prueba de ello es Plano americano (Anagrama, 2018), de Leila Guerriero, que compila veintiséis retratos de personalidades cazadas por la periodista durante los últimos tres lustros para ser publicadas en medios latinoamericanos e hispanos.

En cada caso, la cronista entiende el tono vital del entrevistado, dialoga -o pesca- con paciencia durante largas conversaciones en las que trata de asir lo esencial de ser persona, esa persona, y confirma que la entrevista florece en lo no dicho. Aquí cinco ejemplos de ello.

Guerriero vuelca trazos violentos y naturalistas para arribar al antipoeta Nicanor Parra: "Es un hombre pero podría ser otra cosa: una catástrofe, un rugido, un viento. […] Es un hombre pero podría ser un dragón, el estertor de un volcán, la rigidez que antecede a un terremoto. […] No tiene arrugas, sólo surcos en una cara que parece hecha con cosas de la tierra (rocas, ramas). Las manos bronceadas sin manchas ni pliegues como dos raíces pulidas por el agua. Los ojos, si frunce el ceño, son una fuerza del daño. Cuando se ríe -y afina la voz como si fuera una muchacha encantada con las cosas del mundo- los abre con un asombro cósmico, impostado". La cronista es una ilusionista que hace aparecer la figura del hombre que escribió: "Mi posición es ésta: El poeta no cumple su palabra/ si no cambia los nombres de las cosas".

Guillermo Kuitca cuenta la infancia de genio pintor, el paréntesis de búsqueda, el deslumbramiento con Pina Bausch, las etapas creativas… y la cronista lo captura en el gesto: "Y, cuando levanta la cabeza -los ojos claros-, tiene una mirada que tendrá otras veces: compungida, enteramente triste, pero se ríe. Pero se ríe: como quien dice -como quien quiere decir- no me hagan caso". La cronista es, además, una fotógrafa atenta.

El crítico de cine Homero Alsina Devenet resume su rompimiento con el escritor Juan Carlos Onetti en una anécdota: "Esa tarde Homero elige recordar que tiempo después se cruzó con Onetti en un ómnibus y los dos, al mismo tiempo, gritaron: 'La culpa es tuya'. Que se rieron, dice. Que no hay nada que agregar sobre el asunto". Ante la limpidez de lo rememorado, Guerriero agrega dos pequeñas advertencias para el lector: "elige recordar"; "dice". Es una aguafiestas la cronista.

También a apropósito de Onetti -que flota sobre un tramo del libro-, en el perfil de Dorotea Muhr, Guerriero aprovecha el saludo de la hermana de ésta para avizorar el territorio a recorrer: "Y esa forma de presentarse -'Soy la cuñada' (de Onetti) y no "Soy la hermana' (de Dolly)- devela que él es el hombre en torno al cual ha girado siempre la peregrinación de propios y extraños hacia esta casa: en torno a los libros de Juan, el insomnio de Juan, el exilio en España de Juan, la cama de la que no salía nunca Juan. Devela que nadie ha venido aquí a preguntar por la mujer con la que Juan compartió la escritura, los libros, el insomnio y el exilio durante cuarenta años de toda una vida hasta el día de su muerte". La cronista es una traductora: esto significa aquello.

El poeta Fabián Casas "es, además, un hombre de aspecto blindado, con la piel de un color trigueño antiguo y montaraz, una persona verborrágica con tendencia a la melancolía, un escritor de producción lenta, un karateca aficionado, un obsesivo del orden y alguien que, a los treinta años, se hundió en una depresión tan terminal que no puedo escribir durante meses, ocupado como estaba en tratar de no suicidarse. Eso, a grandes rasgos".

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