Gobernabilidad metropolitana en vilo

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Los delicados tiempos para la gobernabilidad plena, no mínima, que viven los poblanos no han terminado, incluso es posible que apenas empiecen. A los cinco meses del stand by poselectoral se sumarán otros tantos preelectorales. Y si por casualidad las fuerzas políticas nuevamente empatan, habrá otros tantos para esclarecer el camino que ya se parece al de irás y no volverás. Es delicado, pero no grave, dirán algunos; es y será dramático, se dirá sin mesura. En verdad, al vacío de gobierno se suma un entorno político controvertible… Como sea, el agujero negro está ahí. Como el péndulo de Foucault, como la espada de Damocles: Sí. La política real, en su dimensión local, jugando a las cartas.

Es muy loable que en esta dolorosa transición -¿hacia dónde?- el encargado de despacho tenga voluntad de mantener trabajando al aparato de gobierno, que por ahora tiene que asegurar el origen y destino de los recursos públicos, para emprender la tarea transparente de preparar elecciones. Generar condiciones de gobernabilidad, o sea consensos, ya será tarea del gobierno interino.

Por fortuna, en Puebla la sociedad civil da visos de mantener su vocación plural. Oro molido de muchas décadas que empezó a mediados de los setenta del siglo XX cuando en las urnas el candidato a diputado panista Alejandro Cañedo, superó en votos a Constantino Sánchez, flamante líder sindical de la aplanadora electoral del PRI aún poderosa por aquellos años. Ello y la presidencia municipal de Tehuacán fueron hitos del PAN. A partir de lo cual se mantuvieron como plazas fuertes de la oposición, ejerciendo el poder local con una hegemonía de 20 años. Cada plaza que caía, formaba cerco a los poderes centrales, y este ejercicio de alternancia en el poder dio frutos basados en la diferenciación social y de la pluralidad política, justo como los politólogos de la época lo entrevieron. El bastión estatal arrancado al PRI por Rafael Moreno Valle expresó un viraje completo de hacer política. Completo en los fines, no en los propósitos. A la gran acción sobre el estado de Puebla se le cuestionaban no los fines, sino los procedimientos. El fin no justifica los medios, ya que siempre estuvo latente el problema de exclusión social y en las políticas públicas… Por tal motivo, el gobierno siguiente, en un bienio, ejerció una política de inclusión y restablecimiento de ciertos equilibrios sociales que se volvieron a alterar en el proceso de elección. No diremos más de esto porque aún faltan elementos y hay que aceptar la invitación a no especular. Mientras tanto, centrémonos en la pluralidad política que se ha venido formando desde abajo y desde décadas. A decir verdad, emerge irreductible y por tanto será pasión inútil tratar de uniformarla. Y algo importantísimo: esta pluralidad irreductible se expresa en lo territorial. Así que lo que hace riesgoso a que nuestro estado se desestabilice depende más de no comprender su diferenciación social y su base: la geografía física.

En términos precisos, la diferenciación social y la pluralidad política son nuevamente atributos, no defectos, de nuestra identidad. Estos mismos atributos están incluso en los municipios metropolitanos del estado y representan en conjunto un capital político que hará posible la cooperación y los acuerdos metropolitanos…algún día, aunque hoy dados los acontecimientos están en suspenso. A punto de reconfigurarse, pero también a punto de caerse…porque la situación de inseguridad propicia el solipsismo político, o sea, el cerrarse uno mismo, justo lo contrario de lo que debe o aspira a ser la gobernanza metropolitana. Caminamos así. ¡Justo ahí…! al borde de la pérdida de sentido.

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