El que mucho abarca…

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Jaime OAXACA


Enero 01, 2019

Algunas figuras del toreo están deshonrando la fiesta brava en contubernio con las empresas.

¿Cuál es el objetivo que en pleno siglo XXI se efectúen corridas de toros?

¿Cuál es la idea para que un hombre, al que llaman torero, se enfrente cara a cara y le dé muerte con una espada a un toro?

¿Cuál es el plan de vestirse principescamente pa'jugarse alegremente la vida?

¿Las corridas de toros son justificables únicamente porque representan dinero?

¿Será puro cuento eso de la historia, la tradición, la cultura, la gallardía, solamente es demagogia para justificar el espectáculo?

La tauromaquia se justifica porque es un acto heroico, gallardo, la muerte como parte de un rito, nunca realizada a mansalva ni ventajosa por parte del torero.

La lidia es un acto brutalmente auténtico en el que se enfrentan dos seres vivos y uno de ellos tiene que morir.

Si se tratara de matar por matar bien podría hacerlo el diestro desde la comodidad de su casa, sentado en un sillón, en pantuflas, a control remoto, oprimiendo el botón de una computadora o de un teléfono.

Pero no es así el asunto.

El chiste es dar la cara en una plaza de toros y enfrentarse en una lucha a muerte, sin ventajas, sin tomar atajos, sin que se pierda un ápice de heroicidad y autenticidad, porque sin éstas la tauromaquia pierde todo el sentido.

Por eso es que se critican las trampas y abusos por parte de los coletas.

Los toreros exponen su integridad física, inclusive la vida, pero nadie los obliga a que ejerzan la profesión. Así es la fiesta de los toros.

Desde siempre, las figuras han impuesto sus condiciones, es algo muy válido porque finalmente se lo han ganado, digamos que se lo merecen.

Pero de un tiempo a la fecha están abusado, quieren torear sin exponer o arriesgar lo menos posible, pretenden aliviar todas las asperezas posibles, no quieren toros bravos, exigen animalitos que tengan embestidas borregunas y bobas, animales que no han llegado a la edad adulta y con las cornamentas recortadas de las puntas para disminuir el peligro al máximo.

Las empresas lo permiten. Se han formado algunas "empresas pulpo" que están acabando con la autenticidad de la fiesta brava. Su único objetivo es ganar dinero sin importar el daño que hacen.

Esas empresas pulpo organizan corridas, tienen ganaderías, apoderan toreros y hasta acciones en algunos medios de comunicación.

Tanto abarcan que es imposible apretar, se diluyen las fuerzas repartidas en todas sus actividades, son malos empresarios, malos apoderados, malos ganaderos, malos taurinos. Sólo quieren hacer lana.

Anteriormente el apoderado peleaba por su torero, el ganadero veía por sus toros y el empresario su posición como dueño del dinero, cada quien defendía sus propios intereses. Entonces existía una competencia, un balance, negociaciones con el clásico estira y afloja. Eso se captaba en el ruedo.

Ahora las empresas pulpo lo absorben todo, hacen mezclas con dosis de toro y torero que ellos consideran; evidentemente, no conocen los ingredientes porque hacen guisos insípidos, desabridos, con muy poquita sazón. Están sacando a la gente de las plazas.

En esa complicidad, las llamadas figuras sólo lidian ganado descafeinado, sin chiste; animalitos que le quitan la sensación de peligro a la fiesta, como si jugaran al toro, triunfos irrelevantes que se olvidan en poco tiempo.

El poder económico de las empresas pulpo contamina la fiesta. Ojalá se concretaran a organizar corridas, porque la están vaciando, quitándole la carnita, la sustancia, la pulpa, lo sabroso. Son pulpos que le sacan la pulpa a la fiesta.

El que mucho abarca…

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