Martes 29 de Enero de 2019

 

"El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar."

Sun Tzu

 

La batalla de Puebla que viviremos este año en realidad se inició desde el 2018, después de un disputado proceso electoral y un polémico combate entre las fuerzas políticas de la entidad por la gubernatura. Desde la campaña política vivimos momentos complicados cuando se empezó a dividir la opinión pública entre un cambio político o la continuidad del proyecto que inició el ex gobernador Rafael Moreno Valle, a través de la gestión de su esposa. Además, en la contienda hizo falta más disposición de los candidatos para establecer un diálogo democrático abierto en los diversos sectores de la sociedad poblana, lo que dejó entrever el empeño de los estrategas por proteger en ese momento la intención de votoque tenían los candidatospunteros: Martha Érika Alonso Hidalgo (del PAN) y Miguel Barbosa Huerta (de Morena), respectivamente; evitando arriesgar cada grupo más de lo necesario, pero siempre buscando demostrar que cada uno tenía la preferencia suficiente para ganar la elección.

Así se realizaron las elecciones del 1 de julio de 2018, en medio de una jornada local que fue calificada por distintos analistas como violenta y cuestionable, a diferencia del resto de los comicios de ese año en que no hubo incidentes mayores, como sí ocurrió en el caso poblano. Lo que explica que la elección para gobernador en Puebla se haya judicializado, aunque la candidata del PANrecibió su constancia de mayoría por parte de la autoridad electoral, así como la ratificación de su triunfo, mediante la resolución del Tribunal del Poder Judicial de la Federación, que se pronunció por no anular la elección en Puebla, a pesar de las irregularidades denunciadas por el candidato Miguel Barbosa. Sin embargo, tras este resultado legal y legítimo, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y líder moral de Morena, afirmó que la elección de Puebla había sido antidemocrática y que, a pesar de acatar la resolución del Tribunal, no vendría a la entidad por prudencia, al considerar que la elección no había sido limpia ni libre, y que era preferible no hacerse acompañar de la gobernadora, hasta que pasara esta situación. De esta manera, se exacerbó la división entre los poblanos y se incrementó la tensión entre la clase política. No obstante, el daño ya estaba hecho en Puebla; entre otras consecuencias, la sociedad se polarizóentre las dos versiones de los contendientes y que postergaron por casi medio año la constitución de un gobierno por haberse judicializado la elección. Asimismo, las instituciones se vieron cuestionadas porel tiempo y la forma de resolver el resultado de la jornada electoral; desatandoun ambiente de incertidumbre e inestabilidad, ante la incapacidad de garantizar la gobernabilidad en la entidad en esas condiciones.

Lo peor estaba por venir, ya que justo cuando estábamos asimilando que ya había gobernadora y la administración pública comenzaba a organizarse, ocurrió lo impensable. Una tragediamarcaría el destino de Puebla y la debacle del hasta entonces grupo en el poder: el morenovallismo. El 24 de diciembre de 2018 cayó el helicóptero en el que viajaban la gobernadora del estado, Martha Érika Alonso Hidalgo y su esposo, el senador de la República, Rafael Moreno Valle. Se derrumbaba así una carrera política que perseguía la silla presidencial, otra que soñaba con ser la primera mujer con poder político en Casa Puebla; un proyecto de gobierno compartido; y, los cimientos de lo que era hasta ese día el equipo de la poderosa pareja. Con Agusta (la aeronave que los transportaba ese día), todo se derrumbó, y paradójicamente, en plena nochebuena. Suceso que marcará un hito en la historia política de la entidad y que ha puesto a prueba la fortaleza de las instituciones, aunque también la actitud y el comportamiento político de quienes depende la estabilidad de Puebla, luego de este lamentable acontecimiento y la crisis política imperante.

En dichas circunstancias, el 21 de enero pasado, tomó protesta como gobernador interino de Puebla, Guillermo Pacheco Pulido. Lo cual demuestra que en el arte de la guerra se somete al enemigo sin luchar porque se estudió al adversario; se entendió además el capital político con el que se contaba para enfrentar lo que pudo ser una amenaza grave y se disciplinó al grupo. Aprovechando además una falta de oficio político de algunos de los adversarios, quizá un exceso de confianza de varios de ellos, o simplemente una falta de unidad en el grupo en el poder.

En este escenario, el gobernador interino (ex priista) ha sido designado por el Congreso local (con 40 votos a favor y 1 en contra) para encabezar la gestión que mediará entre 3 y 5 meses, periodo en el que se deberá convocar nuevamente a elecciones para que el próximo gobierno inicie 10 días después de que se valide el resultado de los comicios. Con lo cual, habría ya transcurrido casi un año después de que los poblanos acudieran a las urnas para apoyar en su mayoría a un gobierno emanado del PAN, pero por las actuales circunstancias, todo parece indicar que viene en camino la siguiente transformación política, con una mezcla ideológica, realista y de intereses combinados. Veremos cómo resulta la batalla de Puebla en 2019.

*Profesor de Tiempo Completo del Tecnológico de Monterrey

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