Los olmos no dan peras (III)

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Camilo Estrada Luviano


Enero 30, 2019

Si sólo se trata de limpiar la casa, surge de inmediato la pregunta de por qué tanta virulencia en la oposición a la cuarta transformación y la respuesta, aunque parezca compleja, es muy simple si no olvidamos que solamente en la patria todos somos iguales, con sus diferencias, porque la patria es aquello que se ha fraguado en nuestra historia, y ésta está llena de claroscuros propios del devenir de todos los pueblos.

La patria mexicana se ha forjado, como todas las patrias del planeta, en el hacer de su gente y cuando hablamos de su gente debe quedarnos claro que es toda su gente, pero dentro de ese todo, no todos somos iguales. La igualdad sólo se logra en la producción, en donde interviene el hombre, pero también los medios de producción, indispensables para la producción misma, y la relación con ellos es la que determina el lugar de todos y cada uno de los individuos de la sociedad que ocupará en ella, es decir, no es nuestra voluntad la que determina la pertenencia a una u otra clase social, sino que son hechos reales los que nos colocan en un preciso lugar en la sociedad; a esto agreguémosle nuestra propia historia -que es nuestra historia, nos guste o no-, y entonces el decir que todos somos iguales es sólo eso: un decir.

No obstante, a pesar de las desigualdades existentes entre nosotros, en el concepto patria cabemos todos, y todos somos iguales, todos estamos en ella: es nuestra historia social, y es necesario decidir entre pensar sólo en los intereses personales anteponiendo el yo a todo y todos o se asume su carácter social. El cómo se decide esto es responsabilidad individual y corresponde a nuestro actuar cotidiano.

Pero el hacer cotidiano sigue marcado por la desigualdad, ya que sigue existiendo la propiedad privada sobre los medios de producción, lo que hace que forzosamente sean unos los que generan la riqueza y sean otros los que se hacen cada vez más ricos, además de que existe una gran masa de gente que tienen que entrar a esta situación, y que ellos pueden no estar en este mecanismo de producción; sin embargo, este modo de producción es el predominante y todos deben ceñirse a sus reglas; por eso en el capitalismo es imposible lograr la igualdad plena en lo económico y en lo social.

Sin embargo, si en la producción, en la creación de la riqueza, sigue existiendo la desigualdad es posible hacer algo para amortiguar sus efectos y esto se puede alcanzar en la distribución de lo generado. Y se puede lograr corrigiendo las distorsiones que le hacen al sistema, tanto las empresas como los que administran el sistema, el gobierno.

Las "distorsiones" que provocan las empresas (dicen que son ellas los que producen), son realmente imposibles de corregir, porque ellas pueden hacer legal lo que les convenga, ya que en general, aunque no todo, el gobierno es de ellos, pero, dependiendo de la lucha política, parte del gobierno SÍ puede corregir lo que obstaculiza la buena marcha de la acumulación de capital, porque es responsabilidad del gobierno en conjunto evitar que el sistema sea destruido, o se destruya y en este sistema el modo de producción capitalista es el predominante.

Pero no sólo hay que hacer la limpieza de arriba hacia abajo, "como se limpian las escaleras", sino también tiene que haber transparencia, porque la corrupción y la opacidad -que benefician a muy pocos- también obstaculizan la acumulación de capital.

Este es el camino por el que vamos, y se inició con la cuarta transformación que está corrigiendo lo que hay que corregir. AMLO plantea bien claro que tiene consciencia del momento histórico y los que se le oponen es por oligofrenia, estulticia o por otra cosa, pero también se le oponen los que le piden peras al olmo.

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