Los nuevos buenos

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Camilo Estrada Luviano


Febrero 06, 2019

México, como todos los países, es un complejo abigarramiento de modos de producir, de culturas, de costumbres y hasta de lenguaje, pero dentro de toda esta complejidad, al igual que en todos los otros países, hay un modo de producción dominante y es éste el que pone las reglas del juego; el gobierno no debe más que cumplir esas reglas.

Por eso, hay diferencias de los distintos gobiernos dentro del mismo Estado, ya que el Estado en sí no es más que el mecanismo que garantiza la apropiación del excedente económico producido por la gente que vive dentro de ese país, gente que ocupa un determinado papel dentro de la sociedad.

El gobierno -sea la forma que sea- es la institución principal y más poderosa de la que dispone el Estado y tienen como primera -y principal- función, garantizar a los dueños de los medios de producción la obtención de ganancias y para esto dispone de todos los medios que sean necesarios, es el único que puede hacer uso de la fuerza de manera legal, porque la legalidad la da él mismo.

En el contexto de la Cuarta Transformación que ha empezado, AMLO ha expresado que no va a reprimir a nadie. Esto hay que entenderlo: no va a haber represión directa, pero hay muchas formas de cumplir con la función de garantizar la obtención de la ganancia, y para eso se han iniciado diferentes programas sociales que van a distribuir recursos obtenidos al ponerle un alto a la corrupción que beneficiaba a los de "la mafia del poder" y sus apanicados y sus serviles.

La sentencia de que no puede haber gobierno rico con pueblo pobre no toca para nada el hecho de que la principal función del Estado sigue siendo el garantizar la obtención de ganancia, pero ésta debe ser obtenida de manera legal, porque fuera de la ley nada, y por encima de la ley nadie, y para esto es necesario contar con los mecanismos adecuados.

Esta es la razón que se tiene para terminar con la corrupción, la cual no puede existir sin la transparencia y que propicia la impunidad y, con grandes y lógicas resistencias, se está combatiendo sin usar la represión directa, porque hay mecanismos que posibilitan el poder hacerlo así; entre estos mecanismos están las medidas económicas que no sólo garantizarán la existencia del sistema actual, sino le quitarán todos los escollos que evitaban que siguiera avanzando, que producían hechos totalmente indeseables, porque llevarían a su propia destrucción.

Entre los mecanismos de fuerza de que dispone el Estado, dentro del propio gobierno, están las diferentes policías y las fuerzas armadas -sean terrestres, marítimas, aéreas u otras-, y la así llamada "inteligencia", las cuales deben siempre servir a través del gobierno al cumplimiento de las tareas obligatorias, y éstas no han cambiado, lo que ha cambiado es el gobierno que por dictado de las elecciones del primer día de julio del año de 2018 debe seguir un camino diferente al de los neoliberales que estaban.

Las policías llamadas civiles son el eslabón más débil de todos estos mecanismos de fuerza de que dispone el Estado, porque pueden ser infiltradas fácilmente para que no cumplan su cometido y esto en lo militar, por su estructura, es más difícil.

Ahora las fuerzas armadas ya no reprimirán al pueblo, sino serán garantes de la paz pública necesaria para otra marcha de la economía existente, porque para este nuevo camino, con este nuevo gobierno, eso es necesario; ahora ya no serán las de Atenco, las de Tlatlaya, ni las que desaparecieron estudiantes en Iguala, Guerrero, etc., ahora serán los nuevos buenos.

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