Viernes 08 de Febrero de 2019

El final de 2018 me sorprendió con un libro de poesía en la mano: El niño de varas de Javier Taboada. El título del libro es una traducción de Whipping boy, que es parte de la historia de los Tudores. Es útil señalar que en la historia de El príncipe y el mendigo, el mendigo era a quien le daban nalgadas porque no podían tocar las nalgas del rey. Es decir, es aquel chico al que le toca una tunda sin deberla ni temerla solo porque el trasero real debe permanecer impoluto.

Si nos acercamos un poco más al siglo XX y XXI, digamos de unos 20 años a la fecha, nos daremos cuenta de que el niño de varas es aquel chico del que todo mundo abusa en la primaria, en la secundaria e incluso en la preparatoria. Es decir, un auténtico buleado.

Y de eso van los poemas del libro de Taboada: el acto creativo de los niños en pro del juego, de la burla, incluso de la destrucción.

Es un libro con una sonoridad en sus palabras que se acerca a la música. El oficio de traductor le ayuda a entender esta musicalidad que se conjuga con la idea de la destrucción que mencioné.

Las instrucciones para armar una globeta aparecen como poema visual. El caso del abuso a un compañero en una escuela aparece como una carta-reporte. El sacrificio de un cerdo en los momentos en los que le cortan el cuello aparece como un espectograma.

El niño de varas puede ser cualquiera que ha sufrido acoso o violencia o en algún momento ha sido lastimado en su autoestima por alguien que le ha puesto un sobrenombre. Y es que hay que nombrarlos para hacerlos que existan. En ellos se notará todo el ingenio y toda la crueldad de la que es capaz un niño:

el carcelero el garapiñado/puércules la marrana parada mortadelo/ el volován el jamón/el trompudo el Falopio el labios de salchicha el avión/

el chairas/el chaquetas –a ese no hay que darle la mano/el chorejas la tacita/ el jorobado de notre dame/el mayate el ostión el sinaloa […]/hasta llegar a él/ el niño con el mal del pinto/el queso de puerco/el roñoso/el leproso/ y luego que alguien se enterara/(nadie sabe de qué manera)/sólo Leopoldo/el hijo de la sirvienta/el leproso hijo de la gata.

Aquello que comienza como un juego desemboca en las más bajas pasiones, donde uno puede reírse y burlarse si no es el blanco del escarnio. Sin embargo, si lo es, el poema se convierte en una suerte de espejo que evoca nuestros días de primaria.

El ingenio y la creatividad forman parte de este poemario del que Jerome Rothenberg se ha referido como un "collage extremo para crear una narración brillante y premonitoria al mismo tiempo, sobre las formas en las que el "chivo expiatorio" se convierte en un instrumento de la crueldad y el extremismo político, social y religioso".

Con El niño de varas, Javier Taboada nos invita a voltear la cara a una etapa fundamental en la vida de todos los seres humanos, una etapa fundacional de todos los mitos futuros en los adultos: la niñez. Una etapa de la que pocos salen ilesos con los recuerdos más dulces.

Una etapa en la que se forja el carácter y se nutren los más grande anhelos pero también los más grandes odios.

 

El niño de varas (2018) de Javier Taboada. Matadero/Secretaría de Cultura y Turismo de Puebla, México.