La calidad de las decisiones

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Eduardo GÓMEZ GÓMEZ


Febrero 18, 2019

En cada momento, cada persona, en cada parte del mundo está tomando decisiones.

Cada decisión tomada, desde luego, es considerada como la "mejor decisión posible" por la persona que la toma, independientemente de que lo haga de manera deliberada o de manera automática.

Es decir, si la persona considerara que hay una decisión mejor en ese momento, sería muy improbable que no la eligiera. Adicionalmente, hay que comprender que la decisión se toma en función de un objetivo o propósito específico, y por tanto sólo es "comprendida" por la persona tomadora de esa decisión en ese sentido determinado.

Lo antes expuesto parece obvio y evidente, y desde luego que lo es. Pese a ello, en ocasiones, tal vez más de las reconocidas, el resultado de esas decisiones no nos acerca al propósito u objetivo que sirvió de base para su determinación.

En función de esto, las decisiones se pueden clasificar como correctas o incorrectas, y aún estas dos categorías básicas podrían variar en grado.

Ahora bien, ¿cómo puede una decisión ser incorrecta? ¿En relación con qué parámetros se establecería esta clasificación? Desde luego que estaría en función de servir al objetivo o propósito previsto, en corresponder a algo que no dañe a la persona o a las personas ni en los planos físico, mental, emocional o espiritual, etc. Por tanto, cualquier decisión que no atienda esos puntos tiende a ser incorrecta.

En su caso, ¿cómo ocurre que una decisión que se toma con la premisa de que es correcta termina siendo incorrecta? Desde luego que aquí entran todas las justificaciones posibles, tales como "errar es humano", "nadie es perfecto", "en todo hay un margen de error", etc., cientos de justificaciones, excepto la causa real: la calidad de la decisión.

Una decisión se toma con base en los datos disponibles y el resultado dependerá de estos datos y de su uso por parte de la persona que toma decisiones (lo cual se reduce a otros datos más, como la metodología de procesamiento a seguir, la forma en la que se decide, etcétera). Por tanto, la calidad de la decisión depende de la calidad de los datos y de la calidad de la comprensión de la persona sobre qué hacer con tales datos. Datos, datos, datos, datos.

Por ejemplo: una persona va a hacer un jugo de naranja, por lo que elige 5 naranjas. Las naranjas lucen muy bien y al probar una se nota que contiene abundante jugo y de muy buen sabor, por lo que se trabaja con las 5 naranjas pues son de la misma cosecha; sin embargo, una de ellas está descompuesta. La persona que hace el jugo no identifica la naranja descompuesta, y exprime las 5 naranjas, y concentra el jugo en un recipiente, ¿lo sigues? Ahora, ¿cuál será el resultado? ¿Un delicioso jugo de naranja con el sabor degustado con la primera naranja? ¿Un jugo con el sabor descompuesto de una de las naranjas? ¿Te hace sentido? Dado que una de las naranjas está descompuesta, la persona habrá hecho un jugo de naranja descompuesto.

Lo mismo pasa con cualquier otro producto: si durante su fabricación los insumos contienen imperfecciones, defectos, fallas, están descompuestos o no cumplen con los requisitos necesarios, pues estaremos produciendo productos defectuosos, deficientes, incorrectos, de mala calidad, etcétera.

Si durante cualquier proceso incorporas elementos deficientes sin corregirlos, estarás generando resultados inadecuados a lo que esperas obtener.

Por tanto, cuando los datos no son correctos, son falsos, son deficientes, están incompletos, no se valoran de la forma adecuada, se ignoran o se sobredimensionan, entonces tendrás invariablemente decisiones incorrectas en relación con el propósito u objetivo a atender. No puede ser de otra forma. Aunque la decisión le parezca correcta al tomador de decisiones.

La calidad de las decisiones depende de la calidad de los datos, y no de que las personas sean de "escasa inteligencia", inteligentes o brillantes. Esto nada tiene que ver, pues con los datos correctos, cualquier persona tomará las mejores decisiones sobre lo que necesite decidir. En cambio, con datos deficientes hasta los genios actuarán como gente ignorante.

No hay forma de que te equivoques si buscas, analizas y utilizas los datos necesarios para decidir con un propósito claramente definido, ¿te hace sentido?

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