Teziutlán: ¿de espacio público inalienable?

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Suele decirse, más como dogma que como axioma, que el gobierno municipal es el más cercano a la gente. Eso depende primero de qué se entienda por gobierno municipal y, luego, por la gente. Si es un gobierno de leyes y es capaz de refrendar en los procedimientos administrativos lo que ha ganado en las urnas, por supuesto que sí. El municipio sería nada menos que un ideal realizado de gobernanza.

Más no basta que las reformas a la ley, es decir al 115 constitucional, otorguen el derecho urbano, hay que aprender a gobernar, procurando refrendar el ejercicio de gobernar con buenas prácticas.

En cuanto a la gente, el gobernante debe entender que no está tratando con una masa homogénea, altanera o servil, sino con la emergente sociedad civil en proceso irreversible de empoderamiento intelectual y público. Ciudadanos de talante con quien mejor conviene entenderse.

Ahora bien, gobernar municipios implica a menudo gobernar ciudades y ello requiere políticas urbanas, singularmente convergentes entre los objetivos federales, estatales y las demandas ciudadanas legítimas.

Por lo visto,los gobiernos municipales de Teziutlán no aprenden de sus errores y ahora están más que dispuestos a irse contra su Centro Histórico con la pretensión de quedar impunes de mellar su valor de conjunto, muy empoderados en mercantilizar el espacio público y el patrimonio histórico y arquitectónico, pudiendo además de esto llegar a trasgredir ciegamente los lineamientos nacionales y estatales establecidos en la política patrimonial del espacio público y, al paso, lograr agraviar a una ilustrada ciudadanía en construcción; criminalizarla por demandar a sus autoridades el cumplimiento del principio de gobernabilidad que dice que el espacio público es inalienable, o sea, por exigir el apego al derecho urbano. En vez de ello, mejor tratarlos como partida de insurrectos.

¡Vaya! Los desastres o atentados contra natura y contra cultura que en la segunda mitad del siglo XX recibió impunemente nuestra "Joya de la sierra" pensábamos que habían sido aleccionadores para una generación con buen proceso formativo y que hoy, contoda su experiencia y cultura política, sería hipersensible a las demandas urbanas de la ciudadanía, por cierto, muy culta. Pensábamos también que estarían más informados de los compromisos universales adquiridos por el gobierno mexicano en materia de defensa del patrimonio cultural… ¡hoy que en Viena se discute el tema de ciudades patrimonios! (Honor que, en rigor, le correspondía a Teziutlán haber defendido con oportunidad desde mediados del siglo pasado en relación con su patrimonio vernáculo). Pero no, pretenden aún ir contra su patrimonio urbano: plaza pública, calles y callejones recoletos de máxima imagen urbana de la ciudad (siniestro atentado mercantilista).

Un dañoirreparable de lesa cultura contra el patrimonio urbano efectuado por quienes tienen el deber constitucional de protegerlo. ¿Sabrá este edil que la sociedad civil de Teziutlán se extiende por todo el estado? ¿Quiere despertar al dragón? Personalidades como Antonio Terán, Sergio Vergara, Gonzalo Yánez, Carlos Montero, Eduardo Merlo, Eduardo Gutiérrez Reyes, Mauricio del Valle y tantos hombres y mujeres que han ligado su saber y su prestigio a la defensa del Patrimonio de Puebla y del mundo, los cuales con proponérselo harán saber que para defender lo local hay que enarbolar lo universal que empieza en los patrimonios vecinos.

¡No! Un sistema democrático no da lugar a los mandones de mente inmobiliaria; apresurados en sacar a la venta concesiones o arrendamientos, y construir súbitamente un mercado cualquiera sobre una calle con hermosa imagen urbana, enmarcada con arquería de desplante, atribuible al siglo XVII y, por tanto, única en su tipo en dicha ciudad.

¡No! Por supuesto, ¡no pasarán! Así estén ya colando los techos de ese bodrio para hacer de este agravio a la participación ciudadana un hecho consumado.

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