Impronta perenne

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Camilo Estrada Luviano


Marzo 13, 2019

Dicen que la 4T ya empezó y por eso es que se han aprobado leyes ad hoc para su buena marcha, y también desde la Presidencia de la República se han ido tomando medidas encaminadas a lograr un cambio en el funcionamiento del gobierno, todas estas medidas tienen como objetivo principal acabar con la corrupción existente en las dependencias gubernamentales y el hacer transparentes todas y cada una de sus acciones, y esto es posible, aunque muy difícil hacerlo.

Pero todo se limita a la esfera del gobierno federal y quizá también se tomen medidas similares en las entidades federativas, cuyos titulares llegaron a ese lugar porque contendieron bajo las siglas de Morena; pero todos estamos viviendo en un estado capitalista que por 36 años tuvo gobiernos neoliberales, y los dueños del poder siguen detentando los que permitieron eso.

La 4T enfrenta no sólo a los directamente afectados, es decir, a los beneficiarios de la corrupción, sino también a los apanicados de ellos y a sus seguidores, además de los que se dicen y se sienten revolucionarios, pero que en los hechos están con los que se oponen a que cambien las cosas.

Y es que las cosas no son fáciles, porque si bien AMLO proclama que los 36 años de neoliberalismo ya se terminaron, que él no es igual a los anteriores presidentes y que "ya las cosas cambiaron", es el presidente de una república que tiene el mismo Estado capitalista y los que detentan el poder siguen siendo los mismo del régimen neoliberal, aunque las elecciones del 1 de julio del 2018 dieran como resultado que hubiera un cambio, pero sólo cambió parte del gobierno, sólo una parte, no todo, y se debe cambiar.

Si el Estado sigue siendo el mismo, sigue existiendo la propiedad privada sobre los medios de producción, sigue existiendo la explotación y los desposeídos siguen siendo desposeídos, a ellos sólo se le pueden dar parte de los recursos que no se vayan por el caño de la corrupción, pero a cambio de esto se tiene forzosamente que hacer concesiones a los "machuchones", a los empresarios que son los que detentan el poder económico, el cual sigue las reglas del capitalismo, porque éstas no han cambiado, aunque el gobierno ya sea otro diferente a los que dejaron "un cochinero".

A estas dificultades se le agregan las que de por sí impone la economía internacional, con todo el poderío que tienen los otros capitales que se han en desarrollado condiciones diferentes a las que han prevalecido en México.

Todo esto nos lleva a encontrar que el nuevo gobierno, el de AMLO, se encuentra en una situación nada favorable para iniciar cambios y que los que lleve a cabo se toparán siempre con las reglas del sistema capitalista, donde se produce para la compra/venta y no para la satisfacción de las necesidades de la gente.

Ciertamente con el combate a la corrupción dentro del gobierno, que es el que toma las medidas de política económica, puede haber trasparencia y se puede abatir la corrupción, pero todo el régimen económico sigue las reglas del capitalismo y éste tiene, por necesidad, que ser nada transparente porque no se podría apropiar del trabajo ajeno, las ganancias quedarían en entredicho, porque provienen siempre de la explotación del hombre por el hombre.

Precisamente, porque el poder no ha cambiado de manos, sino solamente el gobierno, es que la lucha contra la corrupción y por la transparencia se limitará únicamente a la esfera del gobierno, y no todo, porque el capitalismo, por ser lo que es, no puede partir de algo prístino, ya que parte de la explotación y produce para el cambio, para acrecentar las ganancias sin importar el cómo se haga, y esto lleva a la acumulación, a la destrucción de los que menos tienen y al auge de los que más tengan, así que todo lo que se haga -aun con las mejores intenciones-, siempre tendrá la impronta del desarrollo del capitalismo.

 

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