Es momento de definición

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Camilo Estrada Luviano


Marzo 27, 2019

La 4T indudablemente significa grandes cambios en la vida de todos los mexicanos, porque con base en los resultados de las elecciones del 1 de julio de 2018 ha habido un cambio de gobierno y éste ha declarado ya oficialmente la muerte del neoliberalismo.

Pero sólo ha habido un cambio de gobierno, no un cambio del modo de producción; seguimos en el capitalismo, toda la vida económica sigue bajo la férula de éste; sin embargo, es el gobierno -que es sólo un mecanismo de la clase dominante para garantizar la apropiación del trabajo ajeno- el que ahora está en manos diferentes, en manos de los autollamados liberales, pero no de los neoliberales, que ya oficialmente están en el panteón. Ahora empieza una nueva etapa, se terminará con la corrupción e iniciará un nuevo plan de desarrollo económico para rescatar al país de las manos facinerosas en las que estaba, que se estaban enriqueciendo solas y que por eso dejaron un cochinero.

El poder sigue estando en las mismas manos, en manos del gran capital, pero como nosotros no somos un país en donde la concentración sea tan grande, éstos, los grandes capitales, no son tantos y no están en muchas manos; la gran mayoría de los capitales o bien son muy pequeños o su tamaño no es tan grande como para competir con éxito con los grandes que venían haciéndose cada vez más grandes por el beneficio que les traía la corrupción, la cual significaba el uso de los recursos públicos (los que son de todos), en beneficio suyo, de unos cuantos.

Si se puede apropiar del trabajo ajeno cualquier gobierno puede servirle a los del poder y eso es lo que sucedió en México: cambió el gobierno, pero el poder continúa en las mismas manos. El nuevo gobierno diseñará una nueva política económica y una nueva política-política, pero siempre ambas seguirán el objetivo de poder conservar la explotación del hombre por el hombre y para que esto sea "vendible" lo mejor es pasar a terrenos ambiguos, hablar de pueblo y olvidarse de las clases sociales y más de la lucha de clases, condenar la violencia como si ésta fuera sinónimo de guerra y no mencionar que la explotación del hombre por el hombre es quizá la peor violencia que haya… en fin hay muchas ambigüedades para poder decir verdades a medias.

Pero nunca hay que olvidar que la historia la hacen los pueblos y que cada pueblo paga su historia. La 4T es indispensable para "limpiar el cochinero" que dejaron los neoliberales. Hay muchos problemas que salen de la realidad concreta y que se tienen que resolver, pero se resuelven con las acciones no con las palabras.

Y en los hechos la lucha contra la corrupción -aunque sea sólo en el ámbito del gobierno federal- trastocará mucho, se tiene que dar un uso colectivo a lo que es de todos y no permitir que los bienes públicos estén disponibles únicamente para beneficio de unos pocos, aunque sean nacionales y mucho menos si no lo son. Como esto afectará muchos intereses particulares, obviamente, los "perjudicados" se opondrán a la 4T, ya sea dentro o fuera del nuevo gobierno. Otros, los tlalicheros, francamente se pondrán en contra y los que se dicen que no son "intelectuales orgánicos" del neoliberalismo, pero, eso sí, muy revolucionarios, tomarán como blanco a AMLO cuando él solamente es el presidente de un país capitalista al que no se busca transformar de fondo, sino solamente corregir el rumbo para el supuesto buen desarrollo de la economía.

Esto, a todos nos plantea el dilema de participar -en los hechos, no en el rollo- en esta nueva etapa de transformación de la realidad, transformación que no busca, ni tantito, cambiar el capitalismo, sino sólo "limpiar la casa", acabar con la corrupción y hacer, por lo menos en el gobierno, todo transparente. Y decimos "por lo menos en el gobierno" porque el poder sigue estando en donde siempre ha estado, cambió sólo el gobierno, no el poder.

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