Decir para no hacer nada

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Camilo Estrada Luviano


Abril 03, 2019

El inicio de la 4T ha provocado muchas reacciones en su contra. La primerísima es la de aquellos que fueron "perjudicados"; es decir, los saqueadores beneficiarios de la corrupción desde el gobierno y, por supuesto, sus apanicados y seguidores por conveniencia, así como aquellos seguidores por convicción. Pero también muchas reacciones en contra provenientes de los que le piden peras al olmo, así como de los que nomás dicen –hablan-- para no hacer nada.

Los que nomás le piden peras al olmo seguirán pidiendo las peras que nunca llegarán, porque si se desea hablar de una revolución, ésta sólo es lo que llaman revolución política. Solamente cambió el gobierno, pero no cambió el Estado, éste sigue siendo el mismo. Pero el gobierno cambió de las manos rapaces de los neoliberales a "manos del pueblo", y ahora estamos en la etapa "postneoliberal" (AMLO dixit).

Que éstos estén no a favor y hasta en contra de la 4T, porque no les resuelven --como ellos lo quieren-- los problemas que plantean, existan o no; en la lógica de ellos estos asuntos deben resolverse como ellos lo plantean, y este voluntarismo los lleva a estar en el mismo lado de los "directamente afectados", los verdaderos enemigos de la 4T.

Pero aquellos que no hacen nada de nada y que sólo hablan para no hacer nada, con su actitud están echándole leña al fogón; de éstos salen los hueseros, los tlalicheros decepcionados y los que después de todo se callan si es que les dan algo. El precio es lo que es su dignidad.

Pero en la 4T no se cae nada de la mesa, y lo que sale del gobierno se pretende que sea para los directamente beneficiados con los programas asistenciales, así que éstos en los hechos se están uniendo al coro y a las acciones de esos que no quieren que cambien las cosas, que no quieren que "se limpie la casa", que se acabe con "el cochinero" que dejaron los neoliberales, la mafia que estaba en el poder.

Sin embargo, piensan que "el que persevera alcanza", y los caminos que toman son bastante variados y retorcidos: van desde el infiltrarse en el nuevo gobierno para recoger lo que se pueda caer o tratar de que caiga algo, hasta el poner epítetos descalificativos a AMLO, lo que no abona nada al caminar sinuoso que se ha empezado, y sí en cambio entorpece lo que se pueda lograr en esta tarea de enderezar lo torcido.

Nada más que lo torcido que se puede enderezar está únicamente en el gobierno, que ciertamente maneja mucho dinero: todo el dinero público; y es el que dicta las medidas de política económica para alcanzar el desarrollo económico, pero nada más. El poder sigue estando en las mismas manos y ahí no se puede enderezar nada --si es que hubiera algo que enderezar--, porque están en manos privadas y no públicas.

Sin embargo, todos los que no están a favor de la 4T, cada vez en tono más elevado y con acciones deleznables hacen hasta lo imposible por el fracaso de este inicio, mientras el fascismo sigue avanzando a pasos agigantados no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo.

Que no vamos hacia el socialismo, es obvio. El Estado mexicano sigue siendo un estado capitalista; la diferencia está en que ahora el gobierno no está en manos de los corruptos de antes, sino que se pretende acabar con la corrupción y hacer todo transparente. Esto quizás se puede lograr en el gobierno, pero nada más; en todo lo demás lo que rige y seguirá rigiendo es la dinámica de este modo de producción en donde tanto la no corrupción como la transparencia son cosas que no están en su diccionario.

Que hay muchas cosas que sería mejor que se resolvieran de otra manera es indiscutible, pero sólo en los hechos es como se puede lograr esto. Un Estado burgués sería suicida si siguiera ese otro camino. El desarrollo económico puede redistribuir mejor lo producido, pero la ganancia seguirá siendo el objetivo de los empresarios, y el gobierno tiene que garantizarla.

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