Valores y objetivos
¿Existe alguna relación entre valores y objetivos?
¿Lo has considerado?
¿Qué efecto puede tener el que pretendas hacer algo que no es importante para ti?
Considéralo, ¿qué ocurre cuando intentas hacer algo que no es importante para ti? ¿Qué tan satisfecho te sientes con el resultado? ¿Cómo sientes que te desempeñaste al hacerlo?
O bien considéralo para alguien más: imagina que le pides a alguien que haga algo que para esa persona no es importante, ¿qué resultados supones que obtendrás? Realmente, ¿cuáles son los resultados que obtienes?
Cuando pides a alguien que haga algo que no es relevante o importante para esa persona, es muy probable que el resultado sea un desastre, o al menos no muy bueno. En cambio, cuando pides a alguien que haga algo muy valioso para esa persona, seguramente buscará hacer un resultado excepcional.
En ocasiones, tal vez lo que hace es sólo un medio para obtener lo que realmente espera; pero incluso en esta condición, la persona hará un esfuerzo claro y decidido por entregar el resultado esperado de la mejor forma que le sea posible, conforme al entendimiento que tiene al respecto. ¿Te hace sentido?
Te propongo que observes este comportamiento en relación con situaciones en las que hayas notado que alguien ofrece resultados notables en una situación dada y en otra distinta sus resultados no son suficientes, ¿puedes distinguir cuál es la causa o base de ese comportamiento?
Cuando tú u otra persona se propone algo en lo que encuentra algo valioso por obtener, seguramente la realización de ese algo va a hacerse realidad, independientemente de lo complejo o extraño que pueda ser el proceso para su obtención, pues la persona identificará las acciones necesarias y trabajará en su adecuada y correcta ejecución. En cambio, cuando lo que tú o alguien más pretender hacer no representa algo valioso, entonces el proceso será incierto, pesado, tedioso, desgastante y el resultado será no muy apropiado.
En la base de nuestras decisiones y de nuestras acciones, encontraremos invariablemente valores; es decir, criterios que no sirven de base para determinar lo que es valioso o importante para nosotros y en función de los cuales observamos, decidimos y actuamos.
Encuentra el valor que hay para ti detrás de cualquier cosa que te propongas, y verás cómo todo el proceso de su realización u obtención se simplifica notablemente. En cambio, si no ves nada valioso en eso que te propones hacer, ya podrás imaginar por qué puedes estar encontrando malestar, incomodidad, tensión, cansancio, desesperación o incomprensión en relación con lo que necesitas hacer o con lo que vas a obtener. Y no sólo queda ahí; seguramente también estarás en una situación en la que justificaras de las formas más insospechadas por qué el proceso es tardado o por qué el resultado no es tan bueno.
Y esto que aplica para cada individuo, aplica para una organización, independientemente de su naturaleza.
En artículos anteriores hemos expuesto el papel de los valores dentro de una organización, y cómo una organización muestra su congruencia con sus valores o principios. Pero de aquí mismo se desprenden los objetivos que una organización pretende alcanzar, y por tanto también se convierten en un componente de evaluación de su congruencia institucional.
Por ejemplo, considera de qué forma una empresa que tiene un alto número de quejas de atención al cliente puede demostrar su valor de "Servicio al cliente", si las quejas son crecientes y además no son atendidas. ¿Te parecería congruente esta situación?
Pues bien, de esa forma las organizaciones pueden alinear sus intenciones y objetivos. Nuevamente, ¿cómo podría alcanzar una organización una serie de objetivos que no se corresponden o no están alineados con sus valores? ¿Habría coherencia en plantearse objetivos que no se corresponden con los valores? Y, pese a ello, en ocasiones las organizaciones declaran valores y objetivos no sólo desalineados, sino incluso contrapuestos, ¿lo has notado?
Por favor, compárteme algunos ejemplos que hayas observado al respecto…
