¿Políticas territoriales? Desarrollo regional y metropolitano

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La estructura regional y las formas reales o emergentes de los procesos metropolitanos son determinantes en el presente y futuro del país, y por supuesto para los poblanos.

En relación con las disparidades regionales en México, cuando empezaron a medirse con cierto rigor, hacia 1963, Puebla ocupaba ya el ignominioso lugar 27 de la escala nacional, de ahí, aun ahora, no pasa. A veces el 26, a veces el 25, eso según cómo y para qué se haga la medición. El caso es que en desarrollo regional estamos en la retaguardia del país. Muy cierto, que en no pocos rubros sectoriales, Puebla ocupa posicionamientos nacionales notables al respecto. En la producción automotriz, ni se diga, en la producción agroindustrial de Tehuacán tampoco, pero hay más: la producción de ornatos en Chignahuapan; de flores y aguacate en Atlixco y ciertos textiles en Teziutlán.

El problema es que en la configuración regional existente, por la abundancia de accidentes y distancias significativas, las sinergias se diluyen y en casos críticos hacen corto circuito, como por ventura sucede entre municipios tlaxcaltecas y poblanos, sobre todo en líneas de contacto de la Zona Metropolitana Puebla-Tlaxcala, donde cada municipio saca ventaja de su localización a costa de transferir externalidades negativas a los vecinos de al lado, o de abajo ¿Ejemplo?: las aguas contaminadas de los ríos San Martín y Zahuapan hacia el Atoyac.

La emergencia radical de los procesos metropolitanos y conurbados (que expresan el modo de urbanización dominante en la actualidad)imprime marca contemporánea en el territorio. Así que el desarrollo metropolitano es clave dentro de una región con alto grado de complejidad; o sea, estructurada en forma de urbanización conurbada.

Aunque la necesidad de desarrollo regional tiene larga historia local. La demanda poblana de políticas territoriales apunta desde hace 20 años, por lo menos a la atención cuidadosa del desarrollo regional y metropolitano; empero, pesar de que la equidad y justicia territorial en Puebla son de lo más descuidado o deplorable en la acción territorial del gobierno, no hay, ni ha existido política pública sostenida al respecto.

Ahora bien, no es sólo la biodiversidad regional, sino la disparidad regional lo que está en curso. El IMCO por ejemplo, señalaba en sus estudios de disparidad del ingreso en 2007, a los municipios de Puebla y san Andrés Cholula entre los más polarizados a nivel nacional. Los estudios de Inegi sobre pobreza extrema, señalaban hacia la década de los 80s a municipios de la Sierra Norte entre los más atrasados del país. No fue por justicia, sino por vergüenza por lo que el gobierno se obligó a elevar las condiciones de pobreza en las regiones extremas. Aquellos estigmas autoimpuestos, sin embargo, no han cerrado las cicatrices del todo.

¿Discutirán los candidatos a la gubernatura temas tan delicados para Puebla como la necesidad de políticas públicas territoriales, de alcance regional y metropolitano?

¿Diagnosticarán los aspectos estratégicos para disminuir disparidades? De la justicia territorial…¿hablarán o callarán? Exceptuando uno de los contendientes, cuyo nombre me reservo, por supuesto que no; en cambio, ungidos con picos de oro, hablarán alegremente de magias para generar empleo, dar seguridad, cuidar el medio ambiente, ofrecer bienestar regalando esperanzas. Para nada se argumentará en pro del desarrollo regional, ni de cómo encarar los procesos metropolitanos, porque en el diseño de su agenda, ni idea tienen al respecto.

Fácil es la política sectorial que atiende sectores, clientelas y poderes fácticos. Difícil, la política regional y metropolitana que genera condiciones para que el desarrollo equitativo y resiliente ocurran. Sean permanentes y no flor de un día.

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