En su crítica a los redactores de los Anales Franco-Alemanes (en la que sólo respeta y reconoce el genio de Marx y de Engels)
En su crítica a los redactores de los Anales Franco-Alemanes (en la que sólo respeta y reconoce el genio de Marx y de Engels), realizada en Vorwärts (Adelante), H. Börnstein dice de los otros redactores: "esperábamos una nueva revelación, y sólo vimos las trompetas que debían derrumbar los muros de Jericó, reclamábamos algo positivo, nuevas verdades recogidas del árbol del conocimiento, y sólo encontramos una negación de todo cuanto existe y, en su lugar, construcciones tenues y quiméricas; vemos destruir todo y no reconstruir nada". Estoy seguro, encarecido lector, que después de leer la cita anterior usted encontró, al igual que yo, un paralelismo absoluto con la política y con los actos del gobierno de la Cuarta Transformación, instrumentados por el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. La inmensa mayoría de los mexicanos esperaban, con su arribo a la presidencia, una transformación responsable del país, porque él así lo prometió en campaña. Por el contrario, todos los días nos desayunamos con declaraciones insustanciales y acciones intrascendentes que en nada cambian el estado de cosas que padecemos; muy por el contrario, las agravan cada día más. Por su concepción religiosa, cree que sus declaraciones son las trompetas de Jericó con que derrumbará al sistema injusto que padecemos. Esperamos medidas efectivas que, como producto de la experiencia y del estudio científico de la sociedad, sean pasos firmes para resolver en serio los graves problemas milenarios que confronta el pueblo de México y nos encontramos, parafraseando a Engels, "con un curandero social que aspira a suprimir con sus variadas panaceas y emplastos de toda clase, las lacras sociales, sin dañar en lo más mínimo al capital ni a las ganancias". Así se explica la supresión total de acciones de gobiernos anteriores, sin reparar en los aspectos positivos de las mismas, apareciendo en su lugar "construcciones tenues y quiméricas; por eso todo lo destruye sin reconstruir absolutamente nada". Ésta es la razón por la que se están aplicando medidas de austeridad a rajatabla, sin reparar en las consecuencias y sin medir los perjuicios que causan a los que menos tienen, tales como el recorte de personal médico en el IMSS, ISSTE y SSA, lo que evita a los desposeídos, que son los usuarios de estas instituciones, recibir atención médica oportuna, cálida y eficiente; que se estén dejando de adquirir medicamentos, dejando con ello de proporcionárselos a los pacientes y puedan aligerarse así sus penas físicas y económicas. Se quiere calentar la casa quemándola. Al aplicarse al sector salud estas medidas de austeridad, queda claro que para el gobierno de López Obrador, somos "primero los pobres…" en el camino hacia la muerte. Acabó con los programas sociales, tales como: Seguro Popular, las Estancias Infantiles, Procampo, Prospera, Programa de Vivienda, Comedores Comunitarios y Ramo 23; los primeros constituían un verdadero apoyo para los pobres; el Ramo 23 era una manera efectiva de llevar a los pueblos desarrollados más avance, y para los rezagados constituía la única alternativa para ingresar con seguridad al camino del progreso y la superación. Ejemplos de este tipo de pueblos hay cientos en todo el territorio nacional. ¿Qué programas los sustituyeron? Tarjetas, tarjetas y más tarjetas, emplastos que nos receta nuestro curandero para suprimir todas nuestras lacras sociales; medida clientelar que busca asegurar el voto de los humildes para futuras elecciones, mismos que, por cierto, no llegan a todos, porque los funcionarios encargados de distribuirlas no reciben su salario correspondiente. Como puede entenderse, López Obrador nos está cambiando canela por cáscara sin olor. Lo más grave de todo esto es que sabe las injusticias que está cometiendo contra los pobres, la burla de que nos hace objeto; pero, seguro de que el engaño de que fuimos objeto en las elecciones de 2018 aún perdura, no duda en seguir manipulando de fea manera a los humildes de este país. Sabedor de la ignorancia del pueblo, está seguro que no podremos descubrir el engaño de que somos víctimas. Por eso, creo que son necesarios los intentos, los esfuerzos de los luchadores sociales, para que el pueblo entienda que el programa de tarjetas es un engaño escandaloso y que es necesario remplazarlo por programas de obras, viviendas, escuelas, salud, educación y recreación, que son los verdaderos y únicos programas que nos traerán un poco de alivio al atraso y la marginación que sufrimos. Es revolucionario, es transformador, aceptar que las tarjetas sólo prolongan nuestra pobreza y que su sustitución por programas de obras y servicios es la única manera de acabar con el engaño y burla de que somos objeto los pobres de México. Creer que la tarjeta es el primer paso para lograr la derrota de la pobreza, verla como si realmente se fuera a transformar nuestra vida mísera, es un grave error. Nunca, en ningún lugar de la tierra los programas asistencialistas han logrado transformar la vida de los pueblos y de los individuos. Por eso, hoy y siempre la consigna de los pobres debe ser: ¡No a las tarjetas, sí a las obras y servicios!, para poder construir un México más justo, más libre, más democrático y más próspero. |
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