Vivimos tiempos de cambio entre una generación y otra
Vivimos tiempos de cambio entre una generación y otra. La generación que experimentó la infancia en 1995 con la historia de Woody y Buzz Lightyear tiene una idea diferente del funcionamiento del mundo con respecto a la generación actual. Y precisamente, 24 años después, Pixar despide su saga estelar acercándose a esa nueva idea del mundo con Toy Story 4 (EU, 2019) dirigida por Josh Cooley, conocido por ser el guionista de IntensaMente (Inside Out, EU, 2015) Woody, Buzz Lightyear y los demás juguetes de la "pandilla" ahora tienen a Bonnie, una pequeña niña que está por ingresar a preescolar. Para sobrellevar el miedo al cambio y a lo nuevo, Bonnie ha creado con un tenedor desechable -agregándole ojos, boca, manos y pies- a Forky, su nuevo compañero. Durante una salida a una feria antes de la iniciar la escuela, Forky es secuestrado por una vieja muñeca de una tienda de antigüedades. Woody, al intentar rescatarlo, se encuentra con juguetes sin dueño, entre ellos Bo Peep, la pastorcita que años antes fue desechada por Molly, la hermana de Andy… sus primeros niños. Además de vivir la aventura para recuperar a Forky, Woody conocerá un nuevo mundo.
Con la garantía de los guiones Pixar, bien elaborados, con personajes sólidos y poderosas premisas a partir de interesantes reflexiones, el guión de Toy Story 4, a cargo de Andrew Stanton y Stephany Folsom, no sólo está a la altura de las expectativas que genera la empresa de animación 3D más importante, sino que se ubica a la vanguardia de los movimientos sociales y de pensamiento que están modificando al mundo. No solamente plantea el empoderamiento femenino y su autosuficiencia, sin por ello antagonizar con el mundo masculino; también plantea la tendencia de las nuevas generaciones a vivir sin ataduras de espacios y tiempos, lejos del paradigma de mundo organizado por los medios tradicionales de difusión y por una estructura social en cuestionamiento. La reflexión ahora es de un Woody que ya no es el protagonista ni el organizador del mundo de sus amigos; que es arrumbado en el clóset, pero sigue aferrado al viejo paradigma que construyó cuando Andy era un niño. Pero Andy ya es un adulto, y Bonnie es una niña muy diferente a Andy… es una niña de un mundo de 24 años después. En el nuevo paradigma, las relaciones sociales no tienen un compromiso, ni nombre y son voluntarias; el desarrollo personal está por encima del desarrollo del otro, pero sin ignorarle. Así, Bo Peep se ha trasformado de la tímida y delicada pastorcita a la heroína autosuficiente que está a cargo de su mundo y ello le trae paz. Y pese a ello, es capaz de compartir ese mundo con otros juguetes masculinos como Duke Caboom sin antagonizar con él, ni competir contra él o relacionarse afectivamente con él más allá de lo indispensable. Bo Peep se presenta como una mujer empoderada y libre en la práctica, que se expresa en sus actos como antifeminista y antimachista, tal y como muchas mujeres hoy que, empoderadas y libres, encuentran lamentable es discurso del feminismo extremo y construyen su mundo con el hombre en igualdad de circunstancias. Así son ahora Bo Peep y Woody. Por supuesto que la animación 3D, con una gran calidad en los detalles es lo que esperamos al ver una cinta de Pixar, y se comprende que los nueve años de distancia entre la trilogía y esta cuarta entrega no fue de vacaciones para el equipo de esta compañía. Pero más allá de este gran valor de producción, está el central: el guion, cuya premisa "vivir al máximo los cambios del presente sin aferrase al pasado", van de acuerdo con su propio tiempo. Pixar por ello no es un juguete viejo, pese a su cuarto de siglo de existencia. |
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