De ALM a AML(O)
Las iniciales son casi las mismas. Adolfo López Mateos (ALM) fue presidente de México en el sexenio de 1958 a 1964
"Somos revolucionarios realistas y no soñadores utópicos, ni demagogos irresponsables". Adolfo López Mateos, 3º informe de gobierno, 1961. Las iniciales son casi las mismas. Adolfo López Mateos (ALM) fue presidente de México en el sexenio de 1958 a 1964. Sucedía a otro Adolfo: Ruiz Cortines, que había iniciado en una especie de rescate moral y económico de México, luego del alegre gobierno de "Mister Amigo", como llamaron los gringos a Miguel Alemán Valdés. Ruiz Cortines nombró secretario de Hacienda y Crédito Público, a Antonio Carrillo Flores, que dejó las finanzas nacionales en buen estado y entregó un país estable al nuevo titular de Hacienda: Antonio Ortiz Mena, que acompañó a López Mateos en todo su sexenio e impuso un período de estabilidad cambiaria y brillante administración financiera, conocido como "desarrollo estabilizador". Ortiz Mena, fue acertadamente confirmado en su puesto por Gustavo Díaz Ordaz, logrando mantener un crecimiento económico de 6.7 por ciento y obteniendo con ello calificaciones crediticias muy satisfactorias para México. En 1970 fue electo presidente, Luis Echeverría Álvarez, de larga carrera burocrática, con una idea obsesiva de cómo redimir de la pobreza un gran sector de la población, especialmente en el medio rural. Echeverría, ya presidente electo, presionó a Díaz Ordaz para remover, en agosto de 1970, a Ortiz Mena y sustituirlo con Hugo B. Margain, con la idea de dar un giro a la Hacienda pública y reorientar las finalidades del gasto público. Ya presidente, Echeverría no estuvo de acuerdo con Margain, que era proclive a mantener la estabilidad dejada por Ortiz Mena, y dispuso deponerlo del cargo en mayo de 1973 para designar en su lugar a José López Portillo. La salida de Margain generó ruido e incertidumbre entre banqueros, inversionistas y ahorradores, ante lo cual el locuaz Echeverría lanzó la tristemente célebre frase "Las finanzas se manejan desde Los Pinos", dejando con ello sin credibilidad a su nuevo titular hacendario, a quien proyectaría dos años después a la presidencia. El manejo financiero desde la presidencia, fue un desastre. El 31 de agosto de 1976, en la víspera del último informe de Echeverría, el peso mexicano se devaluó tras 22 años de estabilidad. Desde ese día, la moneda nacional empezó debilitarse. No sólo eso, el crecimiento del país fue a la baja, se fugaron capitales, dejó de llegar inversión extranjera y en medio del caos, ya en 1976, López Portillo, que no dio brillo a Hacienda, pero ya era presidente, partió a la Secretaría de la que fue titular y creó la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP), que desde entonces fue motivo de disputas entre el encargo de la recaudación y el encargado del gasto. El primer conflicto se dio entre Julio Rodolfo Moctezuma (Hacienda) y Carlos Tello Macías (SPP) y tuvo que remover a ambos, dejando en Hacienda a David Ibarra, quien hubo de soportar el apogeo de los primeros años del régimen cuando López Portillo dijo que iba a "administrar la abundancia" por el alza en los precios del petróleo; creyó que ya éramos ricos y él mismo un Rey Midas contratando desmesuradamente deuda externa. Era todo lo contrario: el precio del crudo cayó, el país estaba altamente endeudado y además tuvo la infeliz ocurrencia de "nacionalizar" la banca. Vino la crisis de la deuda que debió enfrentar Jesús Silva-Herzog-Flores en 1982 hasta la pugna política en 1986, cuando Carlos Salinas (SPP) emergió como el siguiente prospecto para presidente de México. La historia no se repite: se rememoran aciertos, pero se cometen errores. Hoy tenemos en México una crisis en la administración hacendaria y financiera. Recordar a Ortiz Mena no es hacer las cosas como él las hizo: aconsejó a los presidentes y ellos atendieron. Tener iniciales como el carismático y popular López Mateos no está garantizando crecimiento ni armonía, sino desazón, encono y desconcierto. Hay espacio para rectificar y hacer valer una famosa frase de Emerson: "¿Cómo es que nunca hay tiempo para hacer las cosas bien, pero sí el suficiente para hacerlas de nuevo?". |
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de El Popular, periodismo con causa. |