En un escenario incierto, ¿la esperanza debe mantenerse frente a la evidencia?

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Desde el triunfo de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México, incluso meses antes, hemos escuchado que una de las grandes preocupaciones de los agentes económicos, particularmente de los inversionistas, es el rumbo que tomará la economía mexicana. La incertidumbre ha sido la palabra clave que identifica a la presente administración. Pero, ¿qué es la incertidumbre?, ¿cuál es su relación con el riesgo y acaso existe la posibilidad de un beneficio económico frente a un escenario incierto?

Pragmáticamente, la incertidumbre es no tener seguridad al 100 por ciento del resultado de una acción. Teóricamente, los modelos económicos convencionales que tienen por objetivo explicar la realidad y realizar pronósticos sobre variables económicas clave, parten de supuestos fundamentales. Dos se destacan: los agentes económicos son racionales y tienen información completa para tomar decisiones.

Estas consideraciones, que se han formalizado matemáticamente a través de finas abstracciones del comportamiento humano, durante muchos años dificultaron incorporar la incertidumbre como un factor a ponderar en el desempeño de las economías nacionales.

Por eso la integración de la incertidumbre en el análisis económico ha dado lugar a modelos estadísticos de distribución de probabilidades. Y la construcción de diferentes escenarios dentro de modelos probabilísticos econométricos es el distintivo, en parte, de la denominada nueva escuela del pensamiento económico.

Técnicamente, el indicador sobre riesgo-país es la variable que se considera, construyendo un "paralelismo" entre la incertidumbre y el riesgo. Este último concepto está vinculado económicamente con la capacidad de pago de un prestatario, o la pérdida de capital debido a un cambio en los rendimientos por mantener dinero o algún otro activo financiero.

Ahora bien, la incertidumbre es la fuente de ganancia para un sector de la sociedad y el capital financiero reconoce esa "máxima". El daño que un escenario de estrés (momento en que todas las variables económicas están alteradas en sentido negativo) puede ocasionar en una economía es tal, que la estabilidad macroeconómica es la tarea de cualquier Hacienda Pública y Banco Central de un país como México, inmerso en una fase de globalización, definida por la liberalización y la desregulación financiera desde hace poco más de treinta años.

Desde la autonomía del Banco de México se ha informado que nuestro Banco Central tiene como objetivo controlar la inflación. En la minuta 68 sobre política monetaria, el subgobernador del Banco de México, Gerardo Esquivel, informó que la inflación está controlada y la tasa de interés podría descender 25 puntos base (0.25 por ciento) de 8.25 por ciento, para estimular la demanda efectiva. Sin embargo, la tasa no ha bajado en esa magnitud porque el Banco de México hace más que controlar la inflación; el Banco de México promueve la estabilidad cambiaria y financiera, porque así lo exige la fase de globalización financiera en desarrollo desde hace 25 años.

El pronóstico de crecimiento dado por el Banxico recientemente, que implica una desaceleración de la actividad económica, puede variar. Y algún agente se beneficiará de ese cambio.

¿Quién gana con un más lento crecimiento económico en un contexto de alta incertidumbre en México? En estricto sentido, los inversionistas financieros en México que sufrirían una desvaloración de sus activos en caso de una devaluación que resultara de un aumento en la inflación; o aquellos que enfrentarían un menor rendimiento si la tasa de interés bajara.

En este sentido, las prácticas neoliberales no están circunscritas a realizar prácticas de corrupción, y el neoliberalismo no tiene como objetivo per se eliminar programas sociales. Éstos se han promovido para compensar la desequilibrada distribución de la renta hacia el capital financiero que el ciclo de internacionalización de capital ha determinado.

En cambio, lo que sí ha determinado el neoliberalismo para los países de América Latina es la austeridad del gasto productivo que podría contribuir al crecimiento económico, esto mediante la fortaleza del mercado interno; políticas tributarias altamente regresivas (gravan más a quienes menos ingresos poseen); políticas monetarias a cargo de los Bancos Centrales que no mantienen como meta el crecimiento económico, entre otros lineamientos.

En un mundo donde se exige ser pragmático y se acusa de ineficaz a quien mantiene sus ideales, resulta difícil identificar quién es, realmente, neoliberal. Pero la necesidad de construir un país mejor no puede ponerse en duda.

 

* Profesora de Tiempo Completo-Facultad de Economía-UNAM

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