El dolor de ignorar a otros

Pinto es uno de los perros que integran la manada de perros callejeros que viven en el cerro

Pinto es uno de los perros que integran la manada de perros callejeros que viven en el cerro. Es el más tímido y reservado de todos. Al parecer, ocupa uno de los lugares más bajos en la jerarquía; sin embargo, todos lo respetan.

Hace días llegó una perrita en celo; nunca la habíamos visto por aquí, y como es de esperarse, fueron días de muchos ladridos, perros corriendo, peleas y vecinos inconformes con el ruido.

Una mañana noté algo raro en Pinto, su pene estaba fuera de su lugar. Lupita, Vicky y Shelyn -mis vecinas y compañeras en el cuidado y protección de los perros callejeros- también notaron que algo andaba mal; decidimos llamar a la doctora Susana Kuri y esa misma tarde estaba con nosotras buscando a nuestro amigo. Lo encontramos escondido en un lavadero; todas nos angustiamos, el pobre perro estaba sufriendo mucho.

El diagnóstico era desolador, el perro tenía los genitales de fuera; en términos médicos se llama Prolapso. Todo parece indicar que se estaban apareando y algún humano, molesto por el ruido -o por diversión-, los separó cuando ya estaban montados, usando golpes o arrojándoles una cubeta con agua.

Transportar a Pinto era impensable, el dolor y el miedo que sentía nos impedía acercarnos para llevarlo al consultorio. Susi hizo un plan B: trajo al cerro su instrumental, medicamentos, anestesia, etcétera. Después de un largo rato, logramos atraparlo. Pinto lloraba cuando vio que estaba acorralado e intentó escapar; Susi lo sujetó con fuerza de las patas traseras y le dijo: "¡vas a estar bien, confía en mí, aquí estamos todas porque queremos ayudarte!" Como si fuera magia, Pinto cedió. A los pocos minutos Susi ya había organizado un quirófano en una construcción, todas fuimos sus enfermeras. Al finalizar la operación, fueron llegando los demás perros. Al verlo, movían la cola, como si celebraran su vida.

Afortunadamente, Pinto se salvó de una muerte lenta y dolorosa. Gracias al amor de Susi y los cuidados de Lupita, Pinto se salvó. Ahora lo vemos en el cerro corriendo con sus amigos y aunque todavía no se deja acariciar, sabe que nosotras cuidamos de él.

Me alegra saber que pudimos ayudarlo, pero no puedo sacarme de la cabeza que hay una perrita con el mismo problema y que tal vez no ha recibido ayuda.

Marco, mi compañero de vida, ante el dolor que nos causamos los unos a los otros, siempre me dice: la gente lastima por ignorancia. Y tiene razón.

*Agente perruna y diseñadora gráfica

Lauralva

agenteperruna

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