Nuevos, pero viejos conocidos

Puebla vive su segunda alternancia

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Puebla vive su segunda alternancia. Después de 60 años de ser gobernada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y ocho años consecutivos del neopanismo que gestó Rafael Moreno Valle Rosas, el movimiento opositor se convirtió en una fuerza progresista que hoy se consuma en gobierno. La izquierda, los rebeldes, los "revoltosos", como alguna vez fueron señalados por distintos poderes en la historia sociopolítica de Puebla, ahora son quienes están al frente del estado.

¿Quiénes son ellos? ¿Cuántos de aquellos que alguna vez se formaron con una ideología de lucha y resistencia realmente forman parte de este primer cuadro que desde ayer gobierna Puebla?

En realidad, no muchos.

Y de los pocos que son un gran tanto permanece replegado.

Inmóviles.

Hoy son sigilosos porque no saben ser gobierno pero sí una gran oposición.

Y muchos de ellos están apenados y confundidos porque han tenido que enlistar en sus equipos a políticos hábiles para que sean el frente de batalla a los nuevos opositores. Sólo así se entiende que los viejos priistas vuelvan a la carga, al frente de un gobierno que pretende convencernos de que hay una transformación en curso.

Pero son los mismos, con piel de oveja y fauces hambrientas que buscarán a toda costa recuperar los espacios desde los que alguna vez se beneficiaron sin medida. Algunos de ellos han tomado posiciones en los gobiernos municipales y otros están por saltar al gobierno estatal. 

Y en esta coyuntura no se necesita un cargo para observar y advertir que los políticos del pasado que hoy pertenecen a los nuevos gobiernos, saquen las uñas. O las garras. Y en esta encomienda no pierda de vista el papel fundamental que David Méndez Márquez, excoordinador de la campaña del gobernador Miguel Barbosa. La confianza se la ganó a pulso porque si alguien conoce el pasado de lucha de muchos hombres y mujeres que construyeron un movimiento de resistencia en Puebla es él. Sabe observar y, lo más importante, tiene el ojo político fino para distinguir quién es quién en esta fuerza de los muchos nombres que hoy gobierna.

Muy pocos confiaron en la vida política del consejero jurídico Ricardo Velázquez, el abogado de claroscuros probados. Si en la administración de Mario Marín su posición se encumbró por el desempeño en la defensa legal del exgobernador, hoy prófugo de la justicia, en la Consejería tomará un papel preponderante. La fuerza del abogado en el nuevo gobierno está en lo que sabe, por encima de su trayectoria en el litigio. 

Ricardo Velázquez ha ocupado distintas posiciones que le permiten saber el mapa de los prestanombres de aquellos que hicieron de la administración pública una extensión de sus negocios, y ése será su papel: pintar de cuerpo entero a los testaferros que pronto quedarán al descubierto.

Ricardo Velázquez será, sin duda, el "Judas" al que ningún personaje de dudoso pasado querrá volver a ver, y no serán pocos. Créame, no es ficción, será estadística.

 

*Directora editorial de El Popular, diario imparcial de Puebla

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