Sancho en Barataria
La portentosa obra literaria de Cervantes, contenida de manera principal en El Quijote
La portentosa obra literaria de Cervantes, contenida de manera principal en El Quijote, pero adornada con méritos semejantes en las Novelas ejemplares y en la obra póstuma, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, contienen las lecciones más profundas sobre la conducta humana: fortalezas y debilidades de hombres y mujeres, sabiduría del hombre rústico, erudición de un caballero andante, soñador de una fantasía que le dejaron las muchas lecturas de su rica librería, cuyos volúmenes fueron quemados en su mayoría, por sus cercanos, el cura, el barbero, su sobrina y el ama, en un curioso papel de inquisidores. Alonso Quijano no sólo absorbió en su cerebro y en su gigantesca memoria, los nombres, los hechos, andanzas, pendencias, hazañas y un sinfín de detalles que los libros de caballerías, la vida real y la imaginación le dieron. Su triste figura, enhiesta, al tiempo que desgarbada y desaliñada, es la de un ser real que sentía y presentía lo que en su derredor ocurría. Vivencias personales de una sociedad que no es nueva ni vieja, sino que refleja perennidad de la conducta humana, sea de tiempos inmemoriales o de tiempos modernos: los pecados capitales y las siete virtudes son inmanentes a la humana naturaleza. La vocación justiciera de Don Quijote se tuerce con sus visiones agresivas, frente a molinos, a borregos, a títeres o a odres de vino o al liberar malandrines que lo premian a pedradas. Sancho, con su rucio, es un ser inmortal, complemento de un héroe ficticio, pero también colmado de sabiduría popular expresada en más de un centenar de refranes, frases proverbiales y dichos populares. Acompaña a su amo con la grande esperanza de reinar en una ínsula, sueño que es hecho realidad por la acción de unos duques que muy bien representan la comedia humana: ironía, mofa, diversión, simulación, riqueza y miseria contrastadas en un señorío que es su coto de cacería humana. Sancho es designado gobernador. Burdo, iletrado, sin maneras e impertinente, pero desde su estrado de superioridad imparte justicia, superando la consistencia de las leyes humanas y decidiendo por el sentido de equidad y reivindicando valores extraviados en sociedades no sólo de usos y costumbres, sino en la deshonestidad y la pérdida del honor. Aun siendo gobernador ficticio, Sancho discurre una inusitada sabiduría que supera a la de gobernantes reales, es ese el mensaje de Cervantes, que pone en evidencia y en entredicho en todas sus novelas, poemas y entremeses, a los poderosos que invocan sapiencia, sabiduría y habilidades, pero que les falta destreza una vez que ascienden al poder. Sancho no necesita decir que es honesto o austero. No ambiciona bienes materiales, pero tampoco reclama que le alaben su condición. Él sí, en verdad, no necesita palacio donde vivir: desprecia el halago, la lisonja y las reverencias a que acostumbran los encumbrados. Ejerce un poder de manera natural, no fingida ni simulada. No destruye las instituciones de su ínsula artificial y, cuando termina el festín burlesco, pondera el alto valor de su borrico, como sugiriendo que la verdadera grandeza está en la humildad verdadera, natural, expresada en una bestia que es compañera y soporte de los vuelcos temperamentales del amo. Barataria no es una Utopía donde todo es perfecto. Barataria es un reino o país como cualquiera, antiguo o presente: maldad, perversión, bondad, riqueza, pobreza, todos los elementos conjugados en un micromundo que retrata al ser humano en colectividad. Es todo, menos una dictadura de un poder unipersonal y caprichoso. Sancho Panza fue gobernador, por la promesa de Don Quijote y por la voluntad de los duques. En el entorno, Altisidora simulaba un amorío con el Caballero de la Triste Figura, complicándole la fidelidad con Dulcinea, pero éste con espacio para aleccionar a Sancho. Quisiéramos los mexicanos un Quijote que aleccione a nuestros gobernantes. Y queremos un Sancho, que con su sabiduría popular y sus refranes sepa gobernar mejor que muchos políticos que dicen ser de carrera o a la carrera |
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